De avión de guerra a transporte ejecutivo

La entrada del Catalina convertido en yate volante nos ha traído a la memoria otros aviones que pasaron de ser aviones militares a aviones de pasajeros.

Posiblemente los casos más conocidos son los de Learjet, o los de Havilland DH.4 y DH.9 o los Vickers Vimy reconvertidos tras la Primera Guerra Mundial en aviones de pasajeros.

Pero hay otros casos más llamativos…

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Escenas vistas en paralelo: ataques a la Estrella de la Muerte, 633 Sqn y Dam Busters

Hemos visto que en muchas webs hablan del paralelismo entre el ataque final de Top Gun Maverick a la base de los malos y el ataque de Han Solo a la Estrella de la Muerte en el episodio 4.

Pero los que llevamos unas pocas películas de aviones más en el cuerpo nos acordamos de 633 Squadron o de Dam Busters, así como de otras pocas, como os contamos en la crítica de la película.

Hoy, además, gracias a Alejandro Irausquín hemos descubierto estos vídeos donde se comparan las escenas de…

…el ataque a la Estrella de la Muerte vs Dam Busters

…el ataque a la Estrella de la Muerte vs 633 Squadron

Y, por supuesto, no podemos cerrar la entrada sin este clasicazo que es la escena del ataque final del 633 Squadron doblado con las voces del ataque a la Estella de la Muerte, vídeo ya conocido por muchos de vosotros.

PBY5 Catalina convertido en yate aeronavalterrestre

Extradós del ala del Catalina empleado como solarium.

El Consolidated PBY5 Catalina es mi avión favorito desde hace décadas… y muchas veces he soñado con que si fuera rico tendría uno convertido en una especie de auto-caravana volante, para poder viajar con calma y disfrutar de las vistas desde sus burbujas panorámicas. Y, como suele decirse, está visto que las grandes mentes piensan parecido… porque el ingeniero que trabajaba para Hughes, Glenn Odekirk, definiendo el H-4 Hércules y el H-1 tuvo exactamente la misma idea.

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Dassault sobre el caza de 6ª generación europeo: «El 2040 es incumplible, nos vamos ya a 2050»

Si hace poco veíamos que los cazas de sexta generación europeo y estadounidense marchan a velocidades muy distintas, hoy nos encontramos con estas declaraciones del CEO de Dassault.

Durante el Paris Air Forum, el jefe de Dassault volvió a hablar sobre los aviones del futuro que preparan Francia, Alemania y España. Según él, el FCAS podría tener ya un retraso de 10 años: debía estar operativo en 2040, pero según Éric Trappier, 2050 es más realista.

«Entre nosotros, el 2040 ya está perdido porque no hemos comenzado, y seguramente las discusiones serán largas, no para esta fase sino para la que viene, llevará un poco de tiempo. Para 2040, seguramente habrá un primer estándar… así que dejemos la entrada en servicio más bien para 2050», lanzó Éric Trappier durante el Paris Air Forum de La Tribune.

Para Joël Barre, delegado general de armamento, es absolutamente necesario «salir de los bloqueos» que quedan entre Francia y Alemania a través de Dassault y Airbus.

«Espero que en las próximas semanas podamos continuar adelante. La situación actual no puede durar eternamente. Hay que poner en marcha los trabajos que se han iniciado. Eficacia de la gestión y organización industrial para tener un responsable identificado, el que sea más competente, el que tenga la mejor experiencia», indica Joël Barre quien cree que ese industrial es Dassault.

¿Hay un plan B en marcha? El jefe de Dassault no lo oculta. «Una empresa debe prever lo impredecible», lleva repitiendo varios meses. También recuerda que está trabajando en desarrollos para el Rafale. «Vivirá durante mucho tiempo. Se modernizará y estará allí durante al menos los próximos cincuenta años como mínimo».

Fuente BFM Business, que me llega vía Gorka Galdós (gracias)

[Opinión] Crisis por falta de empleados en los aeropuertos

El sector aéreo no termina de despegar

Hace dos años el sector aéreo, como el resto del mundo, se detuvo. Y las restricciones para viajar, la diferencia de normativas aplicables en cada país, y lo que se ha tardado en levantar estas restricciones y reabrir fronteras ha hecho que sea uno de los últimos sectores en reactivarse por completo.

Por todo eso no es de extrañar que esa reactivación haya venido acompañada de problemas. Los aeropuertos han sido ciudades fantasma durante dos años. Los aeropuertos estaban vacíos, las empresas que dan servicio a los aeropuertos también. ERES, ERTES y sus equivalentes en otros países, si los había, porque en otros sitios simplemente era despido. Y a la hora de volver no se ha planificado de forma correcta el ramp-up, que les gusta decir a los modernos, de contratación.

Por poner números, en Heathrow se prescindió de un tercio de la plantilla. En Gatwick sólo trabaja un 60% del personal que trabajaba en 2019. Sólo en Reino Unido se destruyeron 30000 puestos de trabajo directos en los aeropuertos.

La falta de imaginación de las empresas a la hora de crecer -ya se sabe, si una empresa no gana más que el año anterior pierde valor para sus inversores y si no se encuentra cómo crecer, se recorta en empleados y salarios- ha hecho que éstos bajen mucho en los últimos años. Externalización salvaje y bajada de salarios.

Antes cada aerolínea tenía sus propios empleados, incluso para handling. Ahora, como en ingeniería, como en IT, como en tantos otros sectores, se subcontrata, cuanto más barato mejor. La calidad de vida de los trabajadores ha empeorado, y trabajar en un aeropuerto ya no es atractivo. La diferencia salarial entre trabajar en un aeropuerto o unos grandes almacenes ya no es tanta. ¿Por qué cargar maletas bajo la lluvia en horarios intempestivos pudiendo estar a cubierto en un almacén, si el salario es casi igual?

Lo mismo se puede aplicar al sector de los tripulantes de cabina, que son percibidos por el público como meros camareros y camareras y encima ahora tienen incluso que limpiar el avión entre vuelos, pues los recortes se llevaron al personal de limpieza. Y por un sueldo bastante inferior al que se solía cobrar. O a los pilotos, que viven a salto de mata entre aeropuertos, un trabajo de los que más difícil es la conciliación familiar, por un sueldo muy inferior a lo que la gente cree…

Trabajar en aviación ya no es atractivo. Malos horarios, bajos sueldos, pérdida de los beneficios que suponía trabajar en la industria (viajar barato, billetes casi gratis…), cero glamour.

La pandemia solo ha acentuado lo que ya venía ocurriendo antes de ella: la gente ha descubierto que fuera de la aviación se vive mejor. ¿Falta personal? Sí. Muchos se vieron forzados a cambiar de sector por supervivencia. Y ahora no van a volver, porque han descubierto que viven mejor que antes, con más tiempo libre e incluso mejores turnos.

Por cierto, que todo esto es extrapolable a los controladores aéreos, a los ingenieros de mantenimiento, a los TMA, a los ingenieros que trabajan desarrollando nuevas aeronaves (¡ah, no!, que no se desarrollan nuevas aeronaves desde hace una década y no se las espera hasta casi 2030), y, en general, el resto de los sectores.

Continuamente oímos quejas de la industria a cerca de la falta de talento. Pero es que el talento se paga. Y si sólo se está dispuesto a pagar en cacahuetes, sólo se contratarán monos.

Si con los exagerados controles de seguridad de opereta, las prohibiciones a llevar agua, el tiempo extra que hay que pasar en los aeropuertos… la experiencia de viajar era incómoda, ahora, además, con la falta de personal puede convertirse en algo infernal.

Falta personal en los aeropuertos, en las dependencias de control y en las aerolíneas. Esto va a suponer retrasos, huelgas, cancelaciones y cabreos de los viajeros culpando al personal privilegiado que se pone en huelga secuestrando sus vacaciones.

Y con lo expuesto hasta ahora, no creo que resulte fácil recontratar a tanta gente. Por un lado, muchos han descubierto que viven mejor. Por otro, y mucho más peligroso, las empresas se han acostumbrado al coste de personal que supone tener una plantilla reducida, y como las empresas carentes de imaginación sólo saben ser rentables a base de recortar personal y exprimir al que queda, pues tampoco deben estar muy dispuestas a contratar. De lo contrario, lo hubieran hecho antes, con antelación para afrontar las previsiones de crecimiento de tráfico aéreo post-restricciones Covid-19.

Parafraseando a Juan Roca y Dabiz Muñoz, el talento es caro y hay que pagarlo.