
Ya hemos visto que los intentos de apagar fuegos desde el aire habían comenzado casi desde el mismo momento en el que se había pensado que el avión podía servir como arma para sembrar la destrucción desde el aire. Y por eso tampoco es de extrañar que se asociaran ambas ideas: si los aviones podían lanzar bombas con precisión contra objetivos enemigos, ¿por qué no hacerlo contra las llamas? Al comienzo se desestimó por falta de precisión, pero tras el aumento de la misma durante la Segunda Guerra Mundial, gracias a las miras Norden en el bombardeo horizontal, a los bombarderos en picado, y a los cazas convertidos en aviones de ataque a tierra, se retomó la idea. Y es por eso que, tras esta guerra, el ejército y el servicio forestal estadounidenses retomaron la idea y ensayaron el bombardeo con bombas llenas de agua desde P-47s y fortalezas volantes que, aunque las fuentes hablan de B-29, las fotos corresponden a B-17s y la película de British Pathé a B-29s, así que asumimos que se probó con ambos.
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