BIG BLUE, el avión de alas inflables que pudo ir a Marte

Bajo estas líneas podemos ver el ensayo del lanzamiento de un avión de radio control desde otra aeronave nodriza, y la secuencia de despliegue de las alas inflables. Son parte de unos ensayos que realizó la NASA para estudiar la viabilidad de las aeronaves con alas inflables y su posibilidad de utilizarlos en la atmósfera marciana, aunque al final mandaron un helicóptero.

Secuencia de desplegado de alas inflables

La teoría es simple: una avión ocupa mucho espacio. Es mucho más sencillo transportar el fuselaje por un lado y las alas por otro. Pero en Marte no hay nadie que lo ensamble. Podría recurrirse a un ala pivotante, pero los mecanismos añaden peso.

Ala en posición de almacenamiento y después de inflada

¿Y un ala inflable? Ocupa poco espacio y pesa mucho menos que un ala rígida. Y se ahorraban los sistemas de protección de la aeronave para hacerla llegar a tierra: podían lanzarla durante la caída de la sonda marciana, que desplegara las alas y aterrizara por sus medios.

Obviamente en Marte no estaría esperando la televisión, es un esquema de los ensayos realizados en la Tierra con el BIG BLUE

Y para desarrollar este concepto nace BIG BLUE: Baseline Inflatable-wing Glider, Balloon-Launched Unmanned Experiment.

Secuencia de desplegado del prototipo de Langley

El BIG BLUE tenía que recoger la experiencia ganada por el avión radiocontrolado desarrollado en Langley, cuya secuencia de despliegue de las alas hemos visto antes.

Big Blue

En mayo de 2003 se realizaron las primeras pruebas. El avión era suspendido de un globo, que en el primer vuelo llegó a los 50000ft, y tras alcanzar la altitud deseada, era liberado. Tras ser liberado tenía que inflar sus alas y volver a tierra. La mayor altitud acanzada sería de 89600ft. Volvería a tierra en paracaídas.

Durante los ensayos no sólo se probaba el concepto de estructura inflable para las alas y su inflado en caída libre, sino también sistemas de comunicaciones, seguimiento por GPS y guiado.

Con el BIG BLUE II se probaron otros conceptos, como utilizar en las alas una resina que curaba bajo el efecto de los rayos ultravioleta, mejorando así la estabilidad estructural de las mismas e impidiendo el pandeo. Se ensayó en vuelo en mayo de 2004, realizándose el despliegue del ala y el curado del mismo. Debido a las restricciones impuestas por la FAA el avión no tripulado se ensayó siempre dentro del alcance visual del operador, por debajo de 1600-3280ft AGL, La recuperación se hizo mediante paracaídas.

Ambos aviones se desplazaron a Colorado, para continuar con los ensayos a gran altitud con menos restricciones.

Un total de 110 estudiantes estuvieron involucrados en el desarrollo de ambas aeronaves, así como sus sistemas de comunicaciones, guiado y control, telemetría… y lo último que encontramos es que la siguiente fase, BIG BLUE III estaba a la espera de recibir fondos.

Para saber más de alas inflables

Fuentes

[Vídeo] Así aprendían a volar los pilotos militares estadounidenses en 1917

La película de 1917, coloreada, muestra cómo era el entrenamiento para ser piloto militar estadounidense en la Primera Guerra Mundial. Desde las primeras clases entorno a un avión, los primeros accidentados carreteos por tierra, los primeros vuelos en aviones de entrenamiento con el ala en parasol, el paso a aviones más avanzados y maniobras de combate, al disparo con predicción practicado con blancos móviles y un revólver o los primeros simuladores de vuelo, cabinas móviles de forma mecánica con una ametralladora funcional, siluetas con la posición relativa del avión enemigo y el colimador para aprender a juzgar distancias y posiciones para hacer blanco…

Si alguno conoce el vídeo original, sin colorear y sin música, que no dude en enviárnoslo.

Y como bonus, un vídeo propagandístico de la misma época. El inglés es bastante claro .

[Vídeo] Fleet N2Y-1 parásito probando el sistema de trapecio en un dirigible (Portaaviones aéreos 16)

Como era de esperar, antes de convertir el Akron y el Makon en portaaviones volantes con cazas parásitos, había que realizar los debidos ensayos de viabilidad. Y los ensayos se realizaron con un avión de entrenamiento de la Navy, el Fleet N2Y-1 (una variante de la Fleet 1, similar a la Fleet 2 de la FIO). ¡Lo que no esperábamos era encontrar un vídeo de la época!

Primer ensayo de impacto de rayo en una aeronave [1930]

Creo que todos nos hemos preguntado a lo largo de nuestra vida en alguna ocasión si un coche o un avión son seguros en caso de un impacto de rayo.

También creo que, a estas alturas, todos más o menos conocemos el efecto de la Jaula de Faraday y sabemos que estar dentro de una jaula metálica (o recubierta de malla de bronce, en el caso de los aviones de fibra de carbono), es seguro en caso de impacto de rayo.

¿Os imagináis esta misma pregunta en la época en la que volar en avión era algo con lo que pocos humanos podían siquiera soñar? La aviación comercial estaba empezando, aún no se había demostrado su seguridad, los materiales no eran tan conocidos como ahora… ¿Qué pasaría si un rayo impactaba en uno de esos extraños pájaros para transportar humanos?

Esa misma pregunta la planteó Popular Mechanix en una encuesta a 8000 pilotos en 1930.

Muchos respondieron que un rayo no alcanzaría a un avión en vuelo, aunque se sabía que había globos alcanzados por rayos, y los dirigibles habían sido alcanzados en más de cien ocasiones.

El único impacto de rayo registrado del que se tenía constancia en un avión había sucedido durante un vuelo de París a Londres, en el que 14 pasajeros tuvieron un susto de muerte sobre la Picardía: un motor dejó de funcionar por el estado en el que quedaron las magnetos, dijeron adiós a la brújula, perdieron un trozo de revestimiento de tela… y es que no todos los aviones de la época eran semi-monocascos metálicos, estructura que se popularizaría tiempo después, y por tanto no se comportaban como jaulas de Faraday.

Algún piloto decía que aunque jamás había sido alcanzado, sí había volado en tormentas y había sentido como el aire se calentaba tras el paso de un rayo cercano. Otros describían cargas de electricidad estática. Y muchos decían que era el mejor momento para estar en tierra.

Pero todas estas respuestas no dejaban de contener cierta subjetividad mezclada con los sentimientos del piloto en elmomento de la tormenta. Para determinar exactamente qué ocurría si un avión era alcanzado por un rayo, Popular Mechanix optó por realizar un experimento. Y, hasta la fecha, no tenemos noticias de que haya otro anterior, así que posiblemente sea el primer ensayo de impacto de rayo en un avión.

Los ensayos los llevó a cabo un ingeniero llamado A. O. Austin, ingeniero jefe de la Ohiio insulating Co. Se llevaron a cabo con modelos de aviones y aviones reales, motores, globos e incluso barcos de tres o más mástiles.

Los resultados, sin embargo, no los hemos encontrado en Popular Mechanix, sino en Montly Weather Review.

Los vehículos a estudiar se situaron entre un gran condensador electrostático y el suelo. El condensador actuaría como una nube cargada.

Los riesgos que describen son de dos tipos: de electrochoque para los ocupantes y los efectos sobre el vehículo.

Los primeros, que ahora sabemos que en caso de cabina cerrada con revestimiento metálico son nulos, pero en este tiempo de cabinas abiertas y aviones de madera y tela había que considerar

Los segundos los clasificaban como sigue:

  1. Fuego debido al combustible, estructura de madera o revestimiento de tela
  2. Fuego debido a la ignición de gases inflamables
  3. Debilitamiento de partes de la estructura
  4. Fallo en el aislamiento del sistema de ignición
  5. Petardeo en el motor o preignición
  6. Daño en los instrumentos
  7. Daño en los elementos rotatorios del grupo moto-propulsor
  8. Cambios de presión sobre las superficies de mando

Una de las primeras conclusiones obtenidas es que las probabilidades de ser alcanzado no eran las mismas si el vehículo estaba seco o estaba mojado. Los globos secos solían salir indemnes, mientras que los mojados acababan en llamas porque la tela sufría algún daño y el hidrógeno del interior del globo se prendía.

La probabilidad de un impacto directo la juzgaban proporcional al cuadrado de la mayor dimensión característica de la aeronave, aunque variaba en función de la alineación del eje longitudinal de la aeronave.

Respecto a la probabilidad de incendio de la tela, el combustible, o cualquier otra parte, ésta era despreciable en el caso de las aeronaves metálicas: las estructuras reticulares de duraluminio proporcionaba continuidad eléctrica, como hace ahora la malla de bronce en los aviones de fibra, y la tela no ardía. No se podía decir lo mismo en las aeronaves de madera revestidas de tela. Por eso se concluye que una buena forma de protección contra los rayos es aumentar la proporción de metal en la estructura de la aeronave, así como asegurar la conductividad entre las distintas partes.

En cuanto al debilitamiento de la estructura metálica en caso de impacto directo, el efecto del sobrecalentamiento era local, en la zona del impacto, siendo juzgado problemático con algunas aleaciones, cuyas propiedades mecánicas se reducen sensiblemente con la temperatura. Y también hablan de que los efectos son menores cuando la continuidad eléctrica está asegurada.

Las descargas, aparentemente, no tuvieron efectos en las bujías ni el sistema de encendido.

Las brújulas solían quedar inutilizadas por los campos magnéticos generados.

Se observaron daños en la membrana del anemómetro, puesto que algún avión fue alcanzado en el tubo pitot y esto indujo una sobrepresión en la membrana, así que se propusieron formas ya conocidas de proteger de esta sobrepresión. Una vez más la continuidad eléctrica y el efecto de jaula, si los instrumentos estaban en una estructura metálica, ayudaba a su supervivencia.

No se observaron daños en las piezas rotativas, aunque se recomendó poner pletinas de masa para derivar la carga que pudiera llegar a los rodamientos. De hecho, la instalación de estas líneas que aseguran la conductividad y facilitan el paso de la corriente eléctrica también se aconsejaban para proteger la radio o los depósitos de combustible.

En cuanto a los daños para los ocupantes, el que quedó demostrado era la posible ceguera temporal del piloto tras sufrir un impacto de tal luminosidad, así que se recomendaba instalar en los aparatos medios que permitieran un aterrizaje autónomo y seguro en caso de incapacidad del piloto.

Los resultados para los ocupantes de los globos aerostáticos, en general, fueron fatales.

Fuentes: