No es la primera vez que tratamos este tema en el blog, pero el masivo uso de drones sobre los cielos de Ucrania y la posible aparición de munición merodeadora nos ha llevado a volver a escribir sobre él.
Por Ignacio del Horno
La guerra ha cambiado pero las fuerzas aéreas se resisten a cambiar de modelo. Los pobres también pueden causar graves daños a los poderosos.
En aquellos lejanos días de la IIGM, el objetivo era fabricar el mayor número de aviones y lograr la supremacía aérea más por la fuerza de los números que por la pericia de los pilotos o por tener mejores aparatos.
Las fuerzas del Eje, se vieron forzados a lograr tan solo supremacías aéreas locales bien por sus experimentadísimos (y fatigados) pilotos o por inesperados nuevos avances de su ingeniería.
Así sucedió por un breve periodo de tiempo cuando el Focke Wulf Fw190A irrumpió en el canal frente al Spitfire MkV, el inicio de la campaña de Túnez hasta la rotura de la línea Mareth o con los Messerschmitt Me262 en los alrededores de Paderbörn con los ases a reacción de la JV44.
Este tipo de estrategia se basa en generar cada vez aviones más y más caros, que hacen las delicias de sus pilotos. Y ha sido el enfoque adoptado por las fuerzas “occidentales” desde el fin de la IIGM. ¡Qué rápido olvidaron que ganaron por número y no por calidad!
La guerra fría aérea tras la guerra de Corea tampoco fue un periodo especialmente estresante para las fuerzas aéreas. Es cierto que había bombarderos nucleares en el aire las 24 horas.
Pero en la gran mayoría de los casos, no realizaban ninguna misión de ataque. Si interceptaban, era raro que se llegara al combate aéreo y, sobre todo, no se volaba en grandes números. Es decir, había más pilotos que aparatos que pilotar disponibles.
Por otro lado, la gran mayoría de los altos mandos de las fuerzas aéreas, eran antiguos pilotos de caza. Y no nos engañemos: Un piloto es un niño grande que quiere juguetes cuanto más caros mejor. Un general del aire quiere proporcionar a sus chicos los aparatos más sofisticados siempre y sentirse orgulloso de sus poderosas máquinas.
En las últimas décadas, la balanza entre número y calidad está totalmente desequilibrada en favor de la calidad. Hasta el punto de ser innecesariamente caros.
Los números de las fuerzas aéreas de países desarrollados son tan reducidos que no son capaces ya de ser eficaces contra ataques en masa dispersos.
Hemos visto ejemplos claros en las columnas rusas volatilizadas con los pocos drones turcos Bayraktar adquiridos por los ucranianos. (5 millones de $ cada uno y son reutilizables). ¿Demasiado pequeños?¿Pasaron inadvertidos a las defensas rusas?¿No tenían firma infrarroja o de radar suficiente?¿Qué sentido tiene gastarse de 52 a 65 millones de $ por aparato en unos pocos Sukhoi Su35?
Pensad por un momento en esa columna de 60 km de vehículos parados camino de Kiev. Por el precio de un único Su35, Ucrania podría haber puesto en el aire de 10 a 13 escurridizos drones. ¿Y si esos drones tuvieran capacidad de intercepción?¿Está cualquier piloto humano capacitado para sobrevivir a una desventaja en el aire de 13 a 1 durante muchos días?Porque el piloto del dron se toma una pastilla y se va a dormir si le derriban, pero el piloto humano puede morir, ser capturado o en el mejor de los casos tardar unas horas en volver a la base.
El uso de los An-2 como señuelos o como UAVs no deja de ser un cambio inconsciente en la filosofía de las fuerzas aéreas.
Por un breve periodo de tiempo, hasta que la vieja guardia de los estados mayores sea reemplazada por nuevos teóricos, cualquier país pobre podrá causar graves daños a las fuerzas aéreas convencionales hegemónicas si son lo suficientemente rápidos produciendo “sus enjambres”.
Una vez alguna gran potencia sea humillada con esta nueva táctica, también los poderosos se dedicarán a la producción en masa.
El problema seguirá siendo la dificultad de derribar drones pequeños incluso por otros drones, lo cual obligará a regresar al concepto de pantalla antiaérea de artillería (o láser, como se está desarrollando) como en el pasado.
En cualquier caso, la era de los aparatos de combate hiper-tecnológicos ha llegado a su fin.
La industria presionará para que se haga poco a poco (como hizo la FIAT con su muy rentable pero inútil FIAT CR.42 durante toda la IIGM) pero el destino de la guerra tripulada en el aire está sellado.