A estas alturas eso de que volar es un vicio que me encanta es un secreto a voces. Y lo malo de los vicios es eso, que el cuerpo siempre pide más… Y esta vez tuve la ocasión de cambiar la Tecnam por un helicóptero y salir a volar con un ex compañero de trabajo y amigo, Jose Luis García. ¡Y por supuesto no iba a decir que no! Acordé con él un vuelo por la zona norte de Madrid. Así que despegamos desde Cuatro Vientos y subimos hacia El Escorial, desde allí al Valle de los Caídos (y antes de que nadie susceptible diga nada al respecto, decir que la elección es tan solo por lo impresionante de los paisajes y de la misma cruz) y de vuelta por el embalse de Valmayor.
Supongo que para quien está acostumbrado a volar alto, la primera sensación extraña del vuelo que hicimos era nuestra altitud respecto al suelo. Pero como piloto de ultraligero nunca vuelo a más de 300m sobre el suelo, así que esa sensación no era nueva. Sí lo era la alta maniobrabilidad del pájaro, así como la capacidad de vuelo a punto fijo y de despegue vertical. ¡Ah! y si a estas alturas, sin siquiera haber visto las fotos, ya tenéis los dientes largos, os animo a que contactéis con José Luis en Los Sueños de Ícaro y salgáis también a volar.
Y ahora, a por las fotos…
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