- Fue uno de los vuelos más temerarios de la historia, y solo un golpe de suerte a 37,000 pies lo que evitó que siguieran ascendiendo hasta morir en el límite de la atmósfera.
Las palomas muertas deberían haber sido un aviso para James Glaisher. El 5 de Septiembre de 1862, el científico realizaba uno de sus primeros vuelos en globo – y junto con la brújula, termómetros y botellas de brandy, decidió llevarse también 6 pájaros.
“Uno lo solté a una altura de 3,” escribió más tarde. “Cuando extendió las alas descendió como un pedazo de papel; el segundo, a 4 millas, voló con fuerza alrededor una y otra vez, aparentemente realizando un descenso en cada vuelta; un tercero se liberó entre las 4 y 5 millas, y cayó a plomo como una piedra.”
Apenas había anotado estas observaciones que él mismo comenzó a sentir el “Mal de altura”. Su brazo había estado descansando en la mesa, pero no respondía cuando intent levantarlo. Alarmado, intent llamar a su aeronauta, Henry Coxwell, pero las palabras se congelaron en su boca y su cabeza se inclinaba irremisiblemente hacia un lado.
Glaisher se dio cuenta que el fin se acercaba. “En un instante me invadieron las tinieblas… Creí que no sentiría nada más según llegaba la muerte a menos que descendiéramos a toda velocidad.”
Sorprendentemente, Coxwell y Glaisher sobrevivieron gracias a una racha de suerte en el último minuto – o hubieran sido arrastrados a la muerte en los límites de la atmósfera. Su situación es una de las mayors temeridades de la historia de la aviación –y quizás incluso un atisbo futuro de los viajes espaciales.
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