El T-33 «navalizado» de doble cola

T-33 con doble cola

El otro día vimos en un grupo de Facebook esta foto de un T-33 que nos llamó mucho la atención. Parece un T-33 reparado con el empenaje de un P-38. Y como en este blog somos mucho de investigar bichos raros… había que buscar algo de información.

El T-33 es un desarrollo del Lockheed P-80, el primer caza a reacción del USAAF. Vio servicio limitado en el teatro de operaciones europeo. Como caza quedó obsoleto rápido, pero a partir de él se desarrolló un muy exitoso entrenador, el T-33. Y aunque se tardó un poco en navalizar los aviones a reacción, debido a su pobre aceleración necesitaban grandes pistas de despegue, también triunfaría como entrenador naval, bajo el nombre de Lockheed T2V SeaStar, posteriormente rebautizado como T-1. Sería reemplazado por el North American T-2 Buckeye.

Durante el diseño de la variante naval, el T2V, se temió que durante las tomas, con altos ángulos de ataque al aproximarse al portaaviones, el empenaje quedara en sombra aerodinámica. Por ello se desarrolló esta variante de doble cola. Se modificó el T-33 51-4263, conservando el fuselaje normal de un T-33. Pero la sección de cola rediseñó para acomodar un gancho de apontaje y un estabilizador de cola alargado, con el doble estabilizador vertical. Además, la sección de cola también se utilizó para ensayar nuevos materiales. Nunca recibió una designación formal, aunque algunos lo llamaron NT-33. La configuración del empenaje tampoco se adoptó finalmente.

Frontal del T33 modificado

Fuentes: Tail Through Time, que a su vez bebe de Wings of Fame.

Piper Cubs embarcadas: de miniportaviones y cables

Los aviones de enlace, observación y dirección de tiro artillero demostraron ser de un valor incalculable. Cada ejército desarrolló los suyos propios, como la Storch o el Lysander, o adaptaron a este uso aeronaves civiles que encajaban perfectamente en este papel, como fue el caso de las grasshoppers estadounidenses.

Era tal la importancia de sus misiones (enlace, reconocimiento, dirección de tiro artillero, estafeta…) que cuando se necesitaron en los desembarcos se decidió embarcarlas.

Uno de los sistemas empleado fue el Brodie. Básicamente hacer despegar las aeronaves colgando de un cable que se desplegaba al costado del barco desde unos botalones.

Se arrancaba el motor, se aceleraba colgando del cable, y al llegar al final del mismo se tenía casi la velocidad de despegue. Así pues se desenganchaba el cable y se picaba ligeramente hacia el agua, hasta alcanzar la velocidad de vuelo necesaria y continuar volando normalmente. Básicamente una adaptación del sistema Bleriot, que nació 30 años antes en Francia.

El tipo de barco que más podía necesitar los servicios de estas aeronaves eran los LST (Landing Ship, Tank). Básicamente barcos de fondo plano, desarrollados para llevar tanques, transportes y material bélico hasta tierra firme sin necesidad de utilizar puertos. Podían bien llegar hasta la playa y abrir las compuertas para descargar el material, bien abrir las compuertas a cierta distancia de la playa, si el material transportado era anfibio.

Así que puestos a estar en primera línea, les venía fenomenal tener un vector aéreo que les proporcionara reconocimiento o dirección de tiro.

Se utilizó operativamente desde la LST-776. A lo circense del despegue había que añadir que las aeronaves utilizadas normalmente eran las L-4, básicamente las Piper J-3 militarizadas, y que no tenían motor de arranque, ¡había que arrancarlas dando el tirón a la hélice!. Así que el piloto tenía que arrancar la hélice con el avión ya colgado del cable, subirse a él, y después el avión era situado en la posición de despegue. Si bien funcional, era difícil de utilizar, y la LST podía embarcar dos aviones.

Con la LST-906 se intentó una aproximación más convencional. Los SeeBees improvisaron una cubierta de despegue de madera contrachapada desde la que pudieran despeguar los grasshoppers.

Esta cubierta de despegue tenía 200ft (61m) de largo por 25ft (7.6m) de ancho, así que las avionetas podían despegar, pero ¡no aterrizar!, al contrario que con el sistema Brodie, que sí permitía las recuperaciones. Era un viaje sólo de ida, los pilotos debían tomar en algún punto controlado por las tropas propias, o darse un chapuzón. Y no es que no se pueda aterrizar una Piper en 60 metros. Es que para hacerlo habría que haber esquivado el puente y el mástil del barco, lo que hacía la recuperación imposible.

Frente al sistema Brodie tenía la ventaja de poder llevar hasta seis aviones, aunque con el timón desmontado, que debía ser ensamblado antes del lanzamiento.

El sistema se utilizó de forma segura tanto en el teatro de operaciones del Pacífico como en el Europeo, con tan solo una pérdida debido a las operaciones embarcadas: una ráfaga sacó de pista a la aeronave en despegue. El piloto fue recuperado un poco mojado, pero sano y salvo.

Y vamos a cerrar este texto con un poco de humor… posiblemente el último uso embarcado de estas aeronaves fue sobre una casa flotante con tres motores de 200HP cada uno. Y aunque nació como un número circense, ¡se llegó a proponer como uso militar!

Y hoy en día aún se les puede ver haciendo trucos similares, sobre el techo de furgonetas.

Fuentes