El mito del «Kill Switch» del F-35

The Aviationist ha publicado una entrada sobre este tema tan en el candelero en los círculos donde se debate de defensa, y nos ha parecido más que apropiado hacer un resumen de él, que os dejamos a continuación.

El mito del «kill switch» del F-35, que supuestamente permitiría al Pentágono desactivar aviones F-35 operados por aliados extranjeros, ha cobrado fuerza en medio de las crecientes tensiones entre Europa y Estados Unidos. Este rumor ha generado preocupaciones sobre la soberanía militar de países como Alemania y Canadá, alimentando el temor a un control estadounidense sobre sus capacidades militares.

Aunque informes oficiales desmienten la existencia de un «kill switch» físico, la naturaleza del F-35 como un sistema de armas definido por software plantea preguntas sobre la influencia de EE.UU. en las operaciones de sus aliados. Las restricciones de del programa que se frman al adquirir el sistema de armas que es el F-35 limitan la capacidad de los operadores internacionales para realizar pruebas independientes, lo que intensifica las preocupaciones sobre la soberanía operativa.

El sistema logístico del F-35, ALIS, ha enfrentado problemas, y el Departamento de Defensa está en proceso de transición a un nuevo sistema llamado ODIN. Sin embargo, ni ALIS ni ODIN interfieren con los controles operativos del F-35, lo que significa que el avión seguiría siendo volable —aunque con problemas de respuestos— incluso si EE.UU. restringiera el acceso a estos sistemas.

La dependencia del F-35 de las actualizaciones de software proporcionadas por EE.UU. es una vulnerabilidad crítica. Sin estas actualizaciones, el F-35 podría seguir volando, pero su capacidad de combate se vería comprometida, lo que fomenta la verdadera preocupación en el control estadounidense sobre las capacidades del F-35, y cómo esto limita la autonomía operativa de los aliados de la OTAN.

El mito del «kill switch» refleja una tensión más profunda dentro de la OTAN, entre la defensa colectiva y la soberanía nacional. A medida que se cuestiona la fiabilidad política de EE.UU. y su estabilidad como aliado, naciones europeas están reevaluando sus estrategias de defensa, reconociendo que su dependencia de la tecnología estadounidense va más allá del F-35. La integración del F-35 en las fuerzas europeas resalta una paradoja: su ventaja tecnológica conlleva una vulnerabilidad estratégica significativa.


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