La revolución del motor a reacción, desarrollado con éxito a la par en Reino Unido y Alemania durante los años 30 y cuarenta iba a cambiar para siempre el transporte aéreo. Aviones cada vez más rápidos, presurizados y capaces de volar a más alta cota. Y como siempre en aviación, el eterno reto, más rápido, más lejos, más alto, y durante más tiempo. La eliminación de las hélices y el uso del motor a reacción trajo la posibilidad de alcanzar velocidades nunca soñadas. Ya varios aviones durante la Segunda Guerra Mundial habían arañado la velocidad del sonido. En 1947 Chuck Yeager había roto la barrera del sonido, y pronto los cazas y bombarderos militares tendrían la posibilidad de volar por encima de Mach 1 durante cortos periodos de tiempo.
Comienzos de los 60. El avión de aerolínea de bandera estadounidense es el Boeing 707, el francés el Caravelle y el inglés el Comet. El primer vuelo de los tres había sido en los años 50. Hasta poco antes todos los aviones de aerolínea llevaban motor de pistón y hélices, y sus velocidades de crucero llegaban con suerte a los 400km/h. ¿Por qué no desarrollar airliners supersónicos?
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