Un autogiro de la Cierva embarcado en el Dédalo

autogiro de la Cierva en el Dedalo

En el ámbito militar ver más y más lejos que tu enemigo es muy importante. Y con la aparición de distintos artilugios aéreos dejaba claro a las marinas de distintos países que sus barcos, sin estos avances, valían menos que los del enemigo. Así se desarrollaron globos cautivos que se lanzaban desde la cubierta de los barcos, con el problema que el hidrógeno representaba, se probaron cometas, hidroaviones depositados con un gancho en el mar, aviones lanzados desde catapultas, autogiros remolcados por submarinos… hasta que finalmente la aviación embarcada llegó con fuerza y para quedarse, tanto con aeronaves de ala fija como de ala rotatoria.

La ventaja de las aeronaves de ala rotatoria es que requieren muy poca pista para aterrizar y despegar. Los helicópteros pueden hacerlo verticalmente. Los autogiros requieren de una pequeñísima carrera de aterrizaje, el despegue puede hacerse vertical si se engrana el rotor con el motor. Ahora mismo los helicópteros son una herramienta imprescindible de altamar, y operan en las condiciones más duras tanto en operaciones de salvamento como de ataque, búsqueda de submarinos…

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El P-51 Mustang Naval

Aumentar el alcance de los aviones fue una preocupación constante en todos los ejércitos durante la IIGM. Más aún en el Teatro de Operaciones del Pacífico. El bombardeo de Tokio el 18 de abril del 42 por Doolittle fue una demostración de fuerza, más útil para elevar la moral que por ser una acción estratégica. De hecho el precio pagado fue alto: se perdieron los 16 aviones y de los 80 pilotos y tripulantes 11 fueron o capturados o muertos. Japón no se volvió a bombardear hasta la segunda mitad de 1944, con la introducción del B-29, operado desde bases en China o las Marianas. Sin embargo, en sus incursiones iban sin escolta, no había un caza en el Pacífico capaz de escoltarlo.

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«Operation Freeze»: haciendo helado de chocolate en un F4U Corsair

VMF122 Corsair

 

 

 

 ¿Está el enemigo? Que seponga. Oigan, no disparen por encima de 30000ft que vamos a hacer helado, que vamos cortos de suministros… Bien podría haber sido un chiste de mi admirado Gila, que siempre bromeaba con algo tan serio como es la guerra. Sin embargo es una historia real que me ha llegado a través de Ricard «Raptor» Sánchez, de la que se ha acordado al hablar en Facebook de la Modificación XXX (los Spitfires que transportaban cerveza en la IIGM).

 

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¿Un 737 o un DC-9 aterrizando en un portaaviones?

DC-9 COD

 

 

Y no estamos hablando de nuestra última aventura con el Flight Simulator.

Desde 1966 la US Navy ha aprovisionado a sus portaaviones (COD – Carrier Onboard Delivery), con el Grumman C-2 Greyhound, un bimotor capaz de transportar 26 pasajeros o 10000 libras (45400kg) de carga desde o hasta la cubierta del portaaviones.

A comienzo de los 80 los aviones iban a quedar anticuados, así que se pensó en reemplazarlos, por una versión más pesada, y se lanzó el programa MMVX. Aunque pudiera parecer una locura usar un avión más grande como COD, ya se había comprobado 20 años antes, en noviembre de 1963, cuando la USN intentó usar el Hércules como “Super COD”. Para demostrar que un avión más grande podía apontar en los portaaviones nucleares de la USN, el Lt. Flatley realizó 21 apontajes con su KC-130 sin gancho en el USS Forrestal.

La USN recibió varias propuestas, como una modernización del C-2, una avión basado en el Lockheed S-3 y otras tres propuestas más fuera de lo común: un Fokker F-28 Mk.5000, un McDonell Douglas DC-9-10 y un Boeing 737-200

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Rosie la Remachadora ha regresado a su factoría, unos meses antes de ser demolida.

Rossie the riveter 
 
 
La antigua planta de bombarderos B-24 de Willow Run en Ypsilanti Township — construida por  Henry Ford para fabricar aviones militares durante la SGM y más tarde usada por  General Motors como planta de motores — será con casi toda seguridad demolida a finales de este año para hacer sitio al progreso.
 
Tres mujeres que trabajaron en la fábrica de bombarderos regresaron el sábado por primera vez desde la Guerra en un viaje organizado por la American Rosie the Riveter Association. Otras 27 “Rosies” que trabajaron en la guerra en otras plantas también asistieron.