Imagino que es el cine el que ha fijado en nuestra imaginación y en nuestra memoria que el combate aéreo consiste en grandes melées de aviones buscando la cola del enemigo, o en peleas caballerescas a lo justa medieval, si vamos a la Primera Guerra Mundial. Nada más lejos de la realidad, cuando se llegaba a esos grandes enfrentamientos es porque la misión no había ido bien, salvo que la misión fuera precisamente despertar el avispero e intentar destruir la caza enemiga en el aire.
En la Primera Guerra Mundial una de las principales misiones era la destrucción de los globos de observación y dirección de tiro artillero del enemigo. Y no era tarea fácil ni grata. Pese a ser objetivos estáticos estaban fuertemente defendido, tanto por ametralladoras como por cañones antiaéreos. La mera existencia de un aerostato en el frente hacía peligrar todo el sector, que podía ser identificado, comunicados sus movimientos, o barrido por la artillería, así que a la orden de bajar ese globo se despegaba cargado de munición incendiaria o inlcuso proto cohetes (Fusées Le Prieur) para incendiarlos, sufriendo a sus defensas antiaéreas las cebollas candentes disparadas por el Hotckins de 3.7cm y al pesado de Archibald.
Y en esta misión de cazar globos fue en la que destacó especialmente nuestro protagonista de hoy: Willy Coppens, con 36 derribos confirmados, 33 de los cuales son globos Drachen alemanes.
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