Romper el bloqueo a Taiwán mediante un puente aéreo de EE.UU. requeriría un esfuerzo tan colosal que resultaría inviable

A estas alturas todos sabemos que China tiene abierto un conflicto con casi todos sus vecinos por reclamaciones territoriales, bien sea sobre posesión de tierras, bien sobre influencia en las aguas que rodean a su costa. Estos conflictos no han pasado aún de lo que se denomina la zona gris, pero de tarde en tarde van probando las defensas de sus vecinos con «incursiones» y maniobras. La aparición del artículo que da título a esta entrada del blog en Flight Global, así como encontrar el estudio completo en pdf y un resumen extenso del mismo han llamado lo suficiente nuestra atención como para intentar resumir ambos aquí.

El Centro de estudios estratégicos e internacionales ha realizado un extenso estudio de la situación en la que quedaría Taiwan tras un bloque por parte de China, así como las implicaciones que tendrían tanto para los ya citados países como para sus aliados y socios económicos.

El estudio parte de otro anterior, de 2022, de la simulación de más de 20 variantes del mismo wargame, del siguiente escenario:

Semana 1: Inicio del bloqueo encubierto

  • China anuncia ejercicios militares “de rutina” en el Estrecho de Taiwán y el Mar de China Oriental.
  • Declara una “zona de inspección” para garantizar la “seguridad marítima”, y comienza a desviar o detener barcos que se dirigen a puertos taiwaneses.
  • Buques de la Guardia Costera China abordan embarcaciones civiles y las obligan a atracar en puertos chinos.
  • Taiwán denuncia públicamente la agresión pero evita una respuesta militar directa.

Semana 2: Cortes en el tráfico marítimo y reacción internacional

  • China intensifica las inspecciones y bloquea formalmente el acceso a los principales puertos taiwaneses, incluidos Kaohsiung y Keelung.
  • Varias navieras internacionales suspenden voluntariamente sus rutas hacia Taiwán por temor a represalias.
  • El precio de los semiconductores en los mercados globales se dispara.
  • Estados Unidos convoca al Consejo de Seguridad de la ONU, pero China veta cualquier resolución.
  • Japón expresa “profunda preocupación”, pero aún no interviene.

Semana 3: Primeras respuestas aliadas y aumento de presión

  • Estados Unidos comienza a enviar aviones de patrullaje ISR y despliega destructores en el Pacífico Occidental.
  • Taiwán activa medidas de emergencia energética, racionando gas natural y petróleo.
  • China moviliza submarinos y buques de guerra para patrullar el perímetro de la isla.
  • Estados Unidos solicita apoyo logístico a Japón, quien accede a usar puertos como bases de reabastecimiento.

Semana 4: Intervención limitada y convoy humanitario

  • Un convoy de barcos mercantes escoltado por destructores estadounidenses intenta llegar a Taiwán.
  • China emite advertencias, pero no ataca directamente; sin embargo, envía drones y realiza maniobras intimidatorias.
  • Uno de los buques mercantes sufre una colisión sospechosa con un barco no identificado.
  • Estados Unidos declara que el convoy transporta ayuda humanitaria crítica y solicita respeto al derecho internacional marítimo.

Semana 5: Primer enfrentamiento militar

  • Un buque chino lanza un misil de advertencia a pocos kilómetros de un destructor estadounidense.
  • En respuesta, EE.UU. derriba un dron chino que se acercaba peligrosamente al convoy.
  • China acusa a EE.UU. de “provocación grave”.
  • La tensión escala rápidamente: ambos bandos colocan sus fuerzas en estado de alerta máxima.

Semana 6: Escalada controlada

  • Estados Unidos establece una zona de exclusión aérea limitada alrededor del convoy.
  • Japón autoriza el uso de fuerza defensiva por parte de sus destructores en misión conjunta.
  • Taiwán recibe el primer cargamento marítimo importante desde el inicio del bloqueo, aunque bajo intenso estrés logístico.
  • Las pérdidas económicas para China comienzan a ser significativas debido a sanciones financieras de Estados Unidos y Europa.

Semana 7: Ciberguerra y guerra de información

  • China lanza una oleada de ataques cibernéticos contra infraestructuras críticas en Taiwán y bases militares estadounidenses en Guam.
  • En Taiwán, se interrumpe temporalmente el suministro eléctrico en tres ciudades principales.
  • EE.UU. responde con contraataques cibernéticos y difunde imágenes satelitales para denunciar el bloqueo.
  • Comienza una guerra de narrativas en redes sociales, con ambas partes intentando ganar apoyo internacional.

Semana 8: Punto de inflexión

  • China hunde un barco mercante que desobedeció órdenes de desvío. Mueren 12 marineros civiles.
  • EE.UU. destruye una fragata china involucrada en el ataque.
  • Japón, tras un acalorado debate interno, aprueba el uso activo de la fuerza para proteger el comercio hacia Taiwán.
  • El Consejo de Seguridad de la ONU entra en crisis diplomática sin resolución.

Semana 9–10: Riesgo de guerra total

  • Se producen escaramuzas navales dispersas en el Mar de China Oriental y el Pacífico Occidental.
  • Varios países del sudeste asiático (Filipinas, Corea del Sur, Australia) llaman a una desescalada inmediata.
  • EE.UU. y China inician comunicaciones militares de emergencia a través de canales diplomáticos.

Semana 11: Ventana para una salida negociada

  • Estados Unidos propone una pausa humanitaria temporal para permitir el abastecimiento limitado de Taiwán.
  • China accede a una suspensión parcial de las “inspecciones” a cambio de que EE.UU. retire temporalmente sus convoyes militares.
  • Comienza un proceso de mediación discreta, posiblemente liderado por Suiza o Singapur.
  • Se detienen los enfrentamientos mayores, pero la situación sigue siendo inestable.

Y el resultado de todas las simulaciones es el mismo: Romper un bloqueo sobre Taiwán mediante un puente aéreo requeriría un esfuerzo tan colosal que resultaría, en la práctica, inviable.

Mantener abastecida a la isla a través del aire supondría un desafío logístico enorme para el Pentágono, según el CSIS, que calcula que serían necesarios más de 860 vuelos diarios de aviones pesados de carga.

Este cálculo se basa en una carga máxima de 36 toneladas por Boeing C-17 Globemaster III, y una población taiwanesa de más de 23 millones de personas, lo que implicaría unas 39.000 toneladas de suministros diarios.

Ese material incluiría principalmente productos energéticos y alimentos, además de repuestos y suministros médicos de emergencia.

“Si Estados Unidos hiciera un esfuerzo masivo en un puente aéreo, podría mantener con vida a la población taiwanesa y abastecerla con lo más básico, pero la economía colapsaría”, afirma Mark Cancian, autor principal del estudio y oficial retirado del Cuerpo de Marines de EE.UU.

Publicado el 31 de julio, el informe del CSIS pinta un panorama sombrío para ambas partes en un escenario de bloqueo, con miles de bajas y cientos de buques y aeronaves perdidos tanto por parte de China como de EE.UU. Estas fueron las principales conclusiones a las que se llegaron:

  • Incluso en los escenarios menos intensos, se registraron miles de bajas, y en los más intensos EE.UU. perdió docenas de barcos y cientos de aviones.
  • En la mayoría de las simulaciones, los actores terminaban intensificando sus acciones como respuesta a provocaciones, a menudo sin quererlo. Algunos terminaron en guerra total.
  • Si China emplea fuerzas militares, Taiwán necesita intervención estadounidense para evitar el colapso. Incluso con ayuda estilo “Ucrania”, los bloqueos más agresivos resultaban casi imposibles de romper sin combate directo.
  • La energía y los barcos mercantes son cuellos de botella. Taiwán se queda sin gas natural en 10 días. Tiene reservas de petróleo y carbón, pero también se agotan si no se reabastecen. La capacidad de fletar barcos mercantes para romper el bloqueo es crítica; sin ellos, la resistencia no es viable.
  • El bloqueo tampoco es un camino fácil para China. Los costes humanos y materiales son altos, incluso si logra cortar el comercio. Además, puede provocar una coalición internacional y arriesga perder activos clave para una futura invasión.

Gran parte de esas pérdidas dependerían del nivel de agresividad con el que Pekín decidiera imponer su sitio sobre la isla, y del grado de fuerza que Washington estuviera dispuesto a emplear —así como de cuántas pérdidas estaría dispuesto a aceptar.

Romper un bloqueo mediante un puente aéreo solo sería remotamente viable si China optara por no interceptar las aeronaves estadounidenses y aliadas que entraran en el espacio aéreo taiwanés. Los autores del estudio señalan que esta fue precisamente la condición que permitió el éxito del puente aéreo de Berlín en 1948, después de que la Unión Soviética impusiera un bloqueo terrestre sobre el Berlín Occidental controlado por los aliados.

“Los aviones soviéticos hostigaron a los cargueros aliados pero se retiraron tras algunos accidentes y bajas”, señala el CSIS. “Un puente aéreo hacia Taiwán plantearía un dilema similar para China: derribar aviones con suministros humanitarios y enfrentarse a la condena mundial, o permitir los vuelos con la esperanza de que no alteren el resultado del bloqueo.”

Incluso si China continental permitiera la entrada de vuelos de socorro, el desafío logístico de abastecer a Taiwán sería varias órdenes de magnitud más difícil que en Berlín. En el punto de máxima actividad del puente aéreo berlinés en 1949, se alcanzaron 924 vuelos diarios, con una media de 680 vuelos diarios durante los 15 meses que duró la operación. Taiwán tiene una población aproximadamente ocho veces mayor que la del Berlín Occidental de posguerra, y una demanda energética mucho más alta, incluyendo productos como gas natural licuado, que no pueden transportarse por aire. Además, las rutas aéreas hacia Taiwán desde bases aliadas en Japón, Guam, Corea del Sur o Australia también son significativamente más largas que las distancias entre Berlín y Europa Occidental, aunque los aviones tengan mucha más capacidad de carga y mucho mayor alcance, lo que reduciría la capacidad de generación de salidas: las rutas van desde los 660 km hasta loa 2.725 km, frente a los sólo 433 km en Berlín.

“Un puente aéreo no representa una solución a largo plazo”, concluyen los expertos del CSIS. “Requeriría prácticamente todos los activos de movilidad estratégica de EE.UU., reduciendo drásticamente su capacidad de responder a otras crisis.”

Incluso con un compromiso total de recursos, el estudio concluye que la economía taiwanesa vería reducida su generación eléctrica a aproximadamente el 20% de sus niveles previos al bloqueo, lo que precipitaría un colapso económico, lo que hace que la única salida viable sea el reabastecimiento marítimo

Aunque el estudio concluye que solo un esfuerzo de reabastecimiento marítimo a gran escala podría salvar a Taiwán de un bloqueo prolongado, los autores reconocen que un puente aéreo limitado en el tiempo podría generar un espacio diplomático para lograr una solución negociada.

También se cuestiona si China sería realmente capaz de imponer de forma efectiva un bloqueo, especialmente si EE.UU. decidiera abrir paso por la fuerza hacia Taiwán.

Es especialmente relevante el modo en que un bloqueo encajaría dentro de los planes estratégicos generales de Pekín. Hasta ahora, esta táctica se ha considerado como una operación preparatoria antes de una invasión a gran escala, o como una alternativa de menor riesgo que no implicara un compromiso total de las fuerzas armadas chinas. Sin embargo, Heginbotham sostiene que Pekín probablemente solo tenga recursos suficientes para una de las dos opciones —una invasión total o un bloqueo—, y que las pérdidas sufridas en cualquiera de ellas dejarían a sus fuerzas demasiado mermadas como para emprender la otra.

“En cualquiera de los escenarios, China perdería activos que necesita para la otra opción”, señala Heginbotham. “Pasar de un plan al otro probablemente no sea factible.”

A pesar de lo poco práctico de romper un bloqueo vía aérea, el informe del CSIS recomienda que el Pentágono cuente con planes preparados para una operación de ese tipo, ya que podría proporcionar alivio humanitario limitado pero necesario para la isla.

Cualquier esfuerzo de esta naturaleza requeriría el apoyo de múltiples socios regionales, incluyendo autorización diplomática para utilizar sus bases aéreas y aeropuertos civiles para vuelos de abastecimiento hacia Taiwán —un escenario frente al cual Pekín desplegaría con toda seguridad métodos de coerción.

El informe cierra con recomendaciones para Estados Unidos, Taiwán y sus aliados con el objetivo de disuadir o resistir un bloqueo:

  1. Preparar las flotas mercantes: Hay que prever el uso de barcos bajo control taiwanés, registrar buques clave bajo programas como VISA (Voluntary Intermodal Sealift Agreement), asegurar contratos de LNG y crear puertos de transbordo en Japón, Guam y Australia.
  2. Fortalecer la infraestructura energética de Taiwán: Ampliar reservas de petróleo y carbón, mantener las plantas nucleares abiertas, reforzar redes eléctricas y establecer mecanismos de racionamiento eficientes para una emergencia.
  3. Planear la asistencia militar de EE.UU. durante un bloqueo: Preparar convoyes, entrenar fuerzas para operaciones de ruptura de bloqueo, coordinar con Japón y prever operaciones de reabastecimiento aéreo.
  4. Prepararse para contrarrestar y terminar un bloqueo: Entender que romper un bloqueo no es como repeler una invasión. A veces conviene esperar unos días antes de actuar para construir una coalición. Además, hay que ofrecer “salidas” a China que permitan una desescalada sin humillaciones.

La conclusión enfatiza que no hay una fórmula mágica para garantizar el éxito, sino que se requiere una preparación amplia, capacidades diversas y planificación coordinada. Los autores advierten que, aunque el conflicto es poco probable, es posible, y que la preparación es la mejor forma de prevenirlo.

Y no está de más recordaros esta otra entrada: La Fuerza Aérea China «se acerca rápidamente a los estándares de EE. UU.» en áreas clave, dice el Pentágono, así como todos los episodios del podcast que tenemos sobre china.


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