
Un reciente informe de 38 páginas de la Junta de Auditoría de Japón —una agencia independiente que supervisa el gasto gubernamental—, publicado el 27 de junio, ha revelado que los aviones de patrulla marítima P-1 —símbolo del desarrollo aeronáutico nacional japonés y de la autonomía estratégica de su industria de defensa— están severamente infrautilizados debido a problemas relacionados con la corrosión, la integración de los sistemas y el armamento, y el mantenimiento.
Los motores turbofán IHI F7-10 del P-1 han sufrido corrosión recurrente debido a la exposición al aire salino, a pesar de que se emplearon materiales resistentes a la corrosión. Aunque las piezas críticas fueron ensayadas en laboratorio para certificar su buen funcionamiento ante estas condiciones, no han soportado las condiciones reales de operación. Las medidas correctivas adoptadas no han logrado compensar el número creciente de motores afectados.
En cuanto a los sistemas, uno de los sensores principales de misión, identificado como “Sistema Electrónico A”, ha mostrado fallos provocados por vibraciones. La auditoría indica que estos problemas podrían haberse detectado durante la fase de desarrollo.
También se informa de dificultades de integración con el armamento, similares en naturaleza a los problemas con los sensores, que también podrían haberse detectado durante el desarrollo.
Otro problema crítico es la falta de repuestos. El suministro de piezas de repuesto es lento: el 30 % de los repuestos se entrega más de un año después de su solicitud. Se han canibalizado algunos P-1, dejándolos inoperativos, para poder mantener en vuelo otros.
La auditoría atribuye esta situación a una débil planificación de la demanda, escasa capacidad de respuesta ante el cierre de proveedores y falta de integración de información de inteligencia logística en la planificación de adquisiciones.
Esto se agrava por la escasa comunicación entre las unidades operativas, el Depósito Aéreo de Suministros y el Cuartel General de Abastecimiento de la Fuerza Marítima de Autodefensa de Japón (JMSDF).
Dado el papel clave del P-1 en la seguridad marítima de Japón, la auditoría insta al Ministerio de Defensa a mejorar la coordinación interdepartamental para reforzar la disponibilidad de la flota.
Respecto a los repuestos, los auditores recomiendan acelerar y optimizar los procesos de adquisición, así como anticiparse mejor a interrupciones en la cadena de suministro, obsolescencia de componentes y tendencias de fallos.
El momento de su publicación, poniendo en duda su fiabilidad, no podría ser peor: Japón busca exportar el P-1 a socios como Italia, y ha firmado acuerdos con empresas como Indra y Navantia.
El informe surge en un contexto de creciente presión marítima de China, especialmente cerca de las islas periféricas de Japón, lo que vuelve aún más crítica la falta de disponibilidad de estos aviones diseñados para misiones de vigilancia, detección de submarinos y protección de rutas marítimas estratégicas, así como la ampliación de aeronaves de largo alcance disponibles, como el AG600 y no podemos olvidar la reciente aparición del Monstruo del Mar de Bohai.
Actualmente, la JMSDF posee una flota de 35 aviones P-1 de un total de 47 encargados. Los planes a largo plazo contemplan ampliar la flota a 61 unidades.
Los P-1, fabricados por Kawasaki Heavy Industries y equipados con motores F7-10 de IHI Corporation, comenzaron a operar en 2013. Hasta la fecha, Japón ha desplegado 35 unidades y planea incorporar otras 26 hacia 2054, con un coste total de 4,09 billones de yenes (unos 26 mil millones de dólares). En total, desde 1991 hasta 2023, se han invertido 1,78 billones de yenes en su desarrollo, mantenimiento y reparación.
Para ampliar conocimientos sobre patrulla marítima, os recordamos algunos de los podcast que hemos grabado:
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