Entrada original en Livejournal
Sé que he tardado en comentar esta noticia… pero es lo que tiene la falta de tiempo. ¡Vamos allá! Mejor tarde que nunca.
Ya lo decíamos ya… que en esto de la aviación hay modas. Eso pasó con los aviones no tripulados, desde el Mosquito de Kettering (aunque sé muy bien si meterle como UAV o como misil de crucero) al Predator o la V-1. O si no los numerosos intentos de conseguir un aparato convertible, medio helicóptero medio avión (en nuestra entrada sobre el X-50 recogíamos a modo de recopilación unos pocos). Y es que los humanos somos así de cabezotas, si algo nos parece que puede funcionar no paramos de intentarlo una y otra vez hasta que funciona, y en otros pocos casos es que somos así de inteligentes y probamos con soluciones de diseño no funcionales que otros probaron y descartaron ya antes que nosotros, pero insistimos en probarlas por desconocimiento o por no documentarnos adecuadamente sobre lo que queremos hacer.
Esta vez le ha tocado a los aviones con motor nuclear.
En esta entrada recomendábamos un artículo de 1955 en el que hablaban de la cercanía de los aviones nucleares (sí, sí, como los submarinos o los portaaviones pero en vuelo).
Quienes probaron este concepto, al menos que se sepa, fueron los estadounidenses y los soviéticos. En la web Aviation History se pueden leer dos artículos sobre ambos aviones, el de Estados Unidos y el de la Unión Soviética (están en inglés, pero tenemos una buena noticia, Reinhart y yo los tradujimos al español y los colgamos en Artículos Técnicos– espero que esté libre de erratas o terminaremos en Burradas Aeronáuticas).
Según leemos en EuropaPress , ahora quien propone esta solución es un experto británico, Ian Poll, profesor de Ingeniería Aeronáutica de la Universidad de Cranfield y jefe de tecnología del proyecto Omega. Defiende Poll, y siempre según leemos en EuropaPress, que es la forma de reducir a cero las emisiones de dióxido de carbono a la atmósfera, evitar el efecto invernadero por tanto, y suavizando el calentamiento global.
«Necesitamos un diseño energético que no se base en el queroseno, y creo que la energía nuclear es la respuesta. La idea fue demostrada hace 50 años, pero tendrían que pasar unos 30 años para persuadir a la opinión pública de volar con energía nuclear»,
Para investigar un poco más, en la Universidad de Cranfield, Ian Poll trabaja en el Proyecto Omega