José Manuel Gil
Ahora que Trump ha dicho que no quiere cazas tan caros, que los SuperHornet y F-15E Silent Eagle serían suficientes, vamos a lanzar una pregunta con mala uva…¿Los cazas furtivos pueden detectarse? Sí. De hecho el F-22 y el F-35 han sido muy criticados porque los radares de la IIGM sí podrían detectarlos. Son radares de longitud de onda larga, o frecuencias bajas, y tienen poca resolución. Así que sí, se pueden detectar, el problema es dar datos exactos una vez detectados. El otro problema es el gran tamaño de este tipo de radares. Esto es bastante conocido entre la comunidad de internautas, o al menos entre la de internautas aerotrastornados. Podemos encontrar algunos artículos ¡desde al menos el año 2000!
Stealth Warplanes:They can run, but they can’t hide (MIT)
Chinese and Russian Radars On Track To See Through U.S. Stealth.
Russian / PLA Low Band Surveillance Radars
Don’t Sweat Russia’s Stealth-Fighter-Detecting New Radar
En general el resumen podría ser que este tipo de radares los detectan pero pueden dar poco más detalles sobre ellos, y saber que hay un avión es útil, pero se necesitan muchos más datos para interceptarlo. Por otro lado son radares tan grandes que no podrían montarse en cazas en misiones de intercepción, tendrían que ser instalaciones terrestres muy protegidas, sus antenas de gran tamaño las hace vulnerables, que dirigieran a los cazas en la intercepción. Pero seguiríamos con el problema de hacer las interceptaciones casi a ciegas, sin datos suficientes.
Ahora, ¿qué ocurriría si las señales radar se pudieran procesar con suficiente precisión como para guiar un misil suficientemente potente como para destruir un blanco aun estando lejos? Eso es lo que plantea el siguiente artículo que hemos traducido:
The Not-So-Secret Way to Kill an F-22 or F-35 Stealth Fighter, traducción por Ignacio del Horno.
Sí, los cazas y bombarderos furtivos USA son apasionantes—pero pueden ser derrotados.
Los Estados Unidos han desembolsado 10.000 millones de dólares en desarrollar los cazas furtivos de 5ª generación como el Lockheed Martin F-22 Raptor y el F-35 Joint Strike Fighter. Sin embargo, avances relativamente sencillos en el procesado de señal, combinados con un misil de una cabeza bélica mayor y su propio sistema de terminal de guiado, podrían potencialmente permitir a los radares de baja frecuencia y apuntar y disparar a los aviones americanos de última generación.
Es un hecho conocido entre el Pentágono y los círculos industriales que los radares de baja frecuencia operando en las bandas de VHF y UHF pueden detectar y seguir aviones de bajo seguimiento. Se ha mantenido habitualmente que tales radares no pueden guiar un misil hasta el objetivo – es decir generar un seguimiento de calidad para armamento. Pero eso no es exactamente correcto – hay modos de sortear el problema de acuerdo a algunos expertos.
Tradicionalmente, guiar armas con radares de baja frecuencia ha estado limitado por 2 factores. Uno es la anchura del haz del radar, mientras que el segundo es la anchura del pulso del radar—pero ambas limitaciones pueden ser solventadas con procesamiento de señal.
El ancho del haz está directamente relacionado con el diseño de la antena—el cual es necesariamente grande al estar involucradas bajas frecuencias. Los primeros radares de baja frecuencia como el soviético P-14 Tall King, trabajando en la banda de VHF, eran enormes y tenían una forma semiparabólica para limitar el ancho del rayo. Radares posteriores como el P-18 Spoon Rest usaban un array Yagi-Uda— los cuales eran más ligeros y, en cierto modo, más pequeños. Pero estos radares de baja frecuencia iniciales tenían serias limitaciones en cuanto a determiner la distancia y la dirección precisa de un contacto. Más aún, no podían determiner la altirud porque los haces de radar producidos por estos sistemas tienen una anchura de varios grados en azimuth y decenas de grados en elevación.
Otra limitación tradicional de los radares VHF y UHF es que la anchura de su pulso es larga y tienen una baja frecuencia de repetición de impulso [PRF]—lo que significa que tales sitemas son imprecisos determinando las distancias con exactitud. Tal y como Mike Pietrucha, un antiguo oficial de guerra electrónica que voló en el McDonnell Douglas F-4 G Wild Weasel y Boeing F-15 E Strike Eagle me describió una vez, una longitud de onda de 20 microsegundos se traduce en aproximadamente 19,600 pies—la resolución en distancia es aproximadamente la mitad de la longitud del pulso. Eso significa que no puedes determinar la distancia a menos de 10,000 pies. Más aún, dos objetivos suficientemente cerca no podrían ser distinguidos como diferentes contactos.
El procesado de señal resolvió el problema de la distancia en fechas tan tempranas como los años 70. La clave es un proceso llamado modulación de frecuencia de la onda, lo que suele ser un radar de pulsos. La ventaja de usar compresión de onda es que con un pulso de 20 microsegundos, la resolución en distancia se reduce a unos 180 pies. Existen también otras técnicas que pueden usarse para comprimir un pulso de radar tales como la modulación por desplazamiento de fase. En efecto, según Pietrucha, la tecnología de compresión de onda existe desde hace décadas y los oficiales de guerra electrónica de la fuerza aérea fueron instruídos en ella durante los años 80. La potencia de procesado necesaria para ello, es insignificante comparado con los standares actuales, afirma Pietrucha.
Los Ingenieros resolvieron el problema direccional o de resolución azimuthal usando diseños de arrays de radares de fase, que permitían prescindir de la necesidad de arrays parabólicos. A diferencia de los viejos arrays de escaneo mecánico, los arrays de radares de fase guían sus emisiones de radar electrónicamente. Estos radares pueden generar multiples haces y adaptarlos para ancho, tasa de barrido y otras características. La potencia de computación necesaria para cumplir esa tarea ya estaba disponible a finales de los 70 para lo que finalmente se convirtió en el sistema de combate Aegis de la Marina que se encuentra en los cruceros de la clase Ticonderoga y en los destructores de la clase Arleigh Burke. Un array de escaneo activo electrónico es incluso major, siendo aún más preciso.
Por otro lado con misil con una cabeza bélica lo suficientemente grande, la resolución en distancia no tiene porqué ser precisa. Por ejemplo, el actualmente anticuado S-75 Dvina—conocido en la OTAN como SA-2 Guideline—tiene una cabeza bélica de 440 libras con un radio letal de más de 100 pies. En consecuencia, un pulso comprimido de 20 ms con una resolución en distancia de 150 pies sería suficiente para poner la cabeza explosiva lo suficientemente cerca —según la teoría de Pietrucha.
La resolución direccional y de elevación serían similares con una resolución angular de apenas 0.3 grados para un blanco a 30 millas náuticas porque el radar de lanzamiento es el único sistema de guiado del SA-2. Por ejemplo, un misil equipado con su propio sensor—quizás un sensor infrarrojo con un volumen de escaneo de 1 km cúbico – sería un enemigo aún más peligroso para un F-22 o F-35.
Conclusiones (José Manuel Gil).
Ignacio y yo nunca hemos sido firmes defensores de los F-22 y F-35. Nos han parecido aparatos que llegaban tarde, en escaso número y muy caros. Nacidos para hacer frente a la fuerza aérea soviética y para ser volado por los mejores pilotos estadounidenses, llegaron cuando ya no había un enemigo como tal contra los que ser utilizados. Por otro lado han llegado ya en una época donde el futuro de la caza y ataque pasa por aviones no tripulados, o incluso opcionalmente tripulados, y vuelos mixtos de humanos y robots que actúan como punto fiel. Si unimos esto a las posibilidades de detección, siempre mejorables, no nos sorprende que Trump quiera más cazas de 4ª generación con la aviónica actualizada a estándares de 5ª o 6ª generación, ¡y mejor si muchos de esos cazas los convertimos en no tripulados! O mejor aún, combinamos los cazas tripulados con enjambres de pequeños UAVs más baratos de fabricar, y más pequeños, sin todos los sistemas de soporte vital al piloto ni interfaces piloto-máquina.