Un mal día o la importancia de vigilar los cables cuando se vuela bajo

Un hidroavión británico, mientras realizaba ejercicios, emergió de una nube a gran velocidad y chocó contra uno de los mástiles de una estación de la costa. El mástil, una estructura reticular de barras de acero, tenía aproximadamente 350 pies (107m)de altura, y los motores del hidroavión quedaron atrapados en la celosía, de tal manera que fuselaje quedó perpendicular al mástil.

El piloto, aturdido, estaba inconsciente, a 300 pies (91m)sobre el suelo. Un pequeño grupo de marineros estaban trabajando pintando el mástil, y uno de ellos llamado Rath, de la Reserva Naval, trepó por el interior del mástil hasta llegar a la máquina, y luego se las apañó para llegar hasta el avión para sostener al piloto hasta que llegara ayuda.

Dos hombres más, el marinero Knoulton y el estibador Abbott, le pasaron una cuerda a Rath, que éste aseguró al cuerpo del piloto inconsciente. Tras esto, lo bajaron, con éxito.

La valentía de estos hombres se acentúa por el hecho de que el mástil estaba muy dañado y podría haber colapsado en cualquier momento. La fuselaje dañado solo se mantenía en posición horizontal porque el motor estaba atascado en la celosía, el viento hacía que el mástil y la máquina se balancearan, amenazando con derribarlos y lanzarlos a tierra.

El accidente tuvo lugar el 14 de septiembre de 1917 en la isla Horsea en Portsmouth. El piloto era E. A. de Ville, y el avión era un Sopwith Baby.

Knoulton y Abbott fueron con la medalla Albert, mientras que Rath lo fue con la Albert de oro.

IWM

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