El siguiente texto es una traducción más o menos libre de este artículo. Incluye opiniones propias y comentarios. Así mismo, al final del texto podéis encontrar nuestra propia opinión al respecto.
Apenas ha entrado en servicio el F-35 y Estados Unidos ya está evaluando las opciones para un caza de 6ª generación, incluidas las propuestas F-X y F/A-XX de Lockheed Martin y Boeing.
Los cazas de 5ª generación han dotado a los Estados Unidos cierta capacidad de superioridad aérea. Incluso el caza ruso de 5ª generación PAK-FA está aun en pruebas, como el J-20 chino, que los observadores externos juzgan inferior al F-35.
A pesar de que los cazas de quinta generación aún están recién sacados de su envoltorio, la USAF y la USN ya están pensando en el futuro.
Los F-22 y F-35 han sido revolucionarios tanto en su desarrollo como en las tecnologías involucradas en ellos. Y también están plagados de problemas técnicos, su precio se ha disparado, y su escaso número hace dudar acerca de los resultados de un enfrentamiento con cazas de generación 4+/++ pero más numerosos.
Los cazas de 6ª generación entrarían en servicio en 2025-2030, según TACAIR (a nosotros nos parece un plazo excesivamente optimista). Además se están produciendo muchas críticas sobre el coste estimado tanto para el desarrollo como para la fabricación de estos nuevos aviones.
Algunos requisitos revelados en noviembre de 2010 subrayaban la necesidad de un avión que demostrara actuaciones mejoradas en áreas tales como persistencia, supervivencia, sustained awarenes -creo que la mejor traducción es alerta constante-, integración entre sistemas y humanos, efectos de las armas, y que tendría que tener en cuenta que el caza se enfrentaría a aviones equipados con sistemas avanzados de guerra electrónica, contramedidas avanzadas, detección pasiva, armas de energía directa (láser), y capacidad de guerra cibernética. Phantom Works, de Boeing y Skunk Works, de Lockheed Martin respondieron a estos pre-requisitos positivamente, indicando que tales desarrollos eran posibles.
Boeing, habiendo perdido su avión X-32 frente al X-35, está deseando competir para producir el sucesor del F-35. Boeing ha ido más lejos, proponiendo el sustituto para el F-22 Raptor, de Lockheed Martin, que entró en servicio en 2005. Boeing ha estado financiando el desarrollo de un caza de 6ª generación (el F/A-XX), en función de los requisitos de la Marina Estadounidense (US Navy) y que reemplazaría la flota de F/A-18 E/F Super Hornet para 2030. El Hornet será reemplazado por el F-35, sin embargo éste avión no tiene las capacidades necesarias para reemplazar adecuadamente a la flota completa de Super Hornets. Por ello tanto USAF como USN han estado examinando sus opciones. La propuesta de Boeing parece que ha sido bien recibida, tras la Solicitud de Información realizada en abril de 2012 sobre el F/A-XX.
Aunque la propuesta de Lockheed Martin es aún conceptual, la compañía ha ofrecido más velocidad, rango, capacidad furtiva (stealth) y estructuras auto-reparables, desarrollos que necesitarán nuevos avances en motores, materiales, generación de energía y armas. Particularmente, las estructuras auto-reparables serían un gran avance respecto a los aviones de la generación actual.
El tema de las estructuras auto-reparables no es nuevo. Esta tecnología está siendo discutida desde 2008, cuando un grupo de ingenieros de la Universidad de Bristol (Reino Unido) desarrolló un prototipo de estructura auto-reparable, inspirándose en animales y plantas. El material compuesto en cuestión tenía embebido un sistema capilar relleno de epoxi y el catalizador que hace que éste se endurezca. Al romperse estos pequeños tubos ambos quedaban liberados y reparaban la estructura. Instalar un sistema como este en los aviones facilitaría su uso a pesar de estar dañados. Aunque no es un desarrollo militar, podría beneficiar enormemente a los aviones militares. De todos modos, este tipo de tecnología que sirve para reparar materiales compuestos, tan solo sirve para reparar daños admisibles, y son reparaciones cosméticas. Un daño estructural, con delaminaciones o perforaciones, no podría repararse con este tipo de solución.
El armamento del futuro también podría beneficiarse de otras tecnologías en desarrollo para aviones comerciales, como los scram-jets del X-51 Waverider. Pese a su fallo, se espera que lleve al Waverider hasta velocidades de Mach 6, una velocidad a la cual un misil no podría ser detenido con la tecnología antimisiles actual. También se continúan otras investigaciones con armas de energía directa (láser), para equipar a los cazas de 6ª generación tanto de capacidad ofensiva como defensiva.
A pesar de que ambos aviones se encuentran en fase de diseño conceptual, no han parado de recibir críticas de los oficiales más veteranos, que incluso condenan tales programas. Muchos consideran que el desarrollo de un caza de sexta generación es demasiado optimista, pues consideran todos los cazas de 5ª generación (Pak Fa, J-20) inferiores al F-35, y por tanto creen innecesario el desarrollo de un caza de 6ª generación.
Otras críticas que se hacen a los cazas de 6ª generación van dirigidas a sus costes, estimados en más de 40 mil millones de dólares. Con los militares invirtiendo en el programa para el bombardero de próxima generación y asumiendo diversos recortes en sus presupuestos, los gastos en un nuevo caza no son bien recibidos. El LT General del USMC Emerson Gardner dijo sobre el F/A-XX “No va a suceder, no hay dinero”.
Nuestra opinión:
Conste que no tenemos experiencia militar operativa, y tan solo basamos nuestra opinión en la cantidad de información que leemos y procesamos, así como en lo que hemos aprendido de la historia. Como hemos mencionado en otras ocasiones, con los cazas de 5ª generación nos encontramos en una situación similar a aquella que afrontaron los alemanes con sus Tigre, Panther y Konigs Tiger contra los Sherman y T-34. Una superioridad tecnológica aplastante, con mucho mejores desarrollos, superados por el número. Y parece que no somos los únicos que pensamos eso.
Por otro lado parece que se ha confiado en exceso en la capacidad de combate a larga distancia, con los misiles BVR. Pero, qué pasa si la inteligencia, contramedidas, sistemas de guerra electrónica… fallan y que cuando se llega al combate cercano nos encontramos otra vez como en Vietnam, aquellos Phantom sin cañones contra los MiG 17 y 19, confiando en exceso en los misiles, y pasándolo mal en combate cercano.
Siguiendo con paralelismos históricos, nos atreveremos a comparar la situación del caza de 6ª generación con aquella que dio lugar al nacimiento del F-16 y el F/A-18: con cazas excesivamente complejos, pesados y caros de producir y limitados por tanto en número. Tal vez la mejor solución para los cazas de 6ª generación sean aviones más sencillos y baratos que los actuales de 5ª generación, que sean opcionalmente pilotados, y que se adapten bien a las doctrinas de “punto fiel” y de “enjambre” de las que se habla en la hoja de ruta de la USAF para aviones no tripulados, que funcionen de forma coordinada con los de 5ª generación, y mantener ambos tipos actualizados de forma constante para contrarrestar las posibles amenazas tanto de guerra electrónica, como “ciberguerra”, y nuevas armas “clásicas” o de energía directa.
Somos especialmente críticos con aquellos que consideran superiores a los aviones estadounidenses sobre los chinos y los rusos, ¡siempre hay que desarrollar nuevas tecnologías! Sea en armamento o en industria general, nunca hay que conceder la más mínima ventaja a la competencia, o tirando de viejo refranero español, ¡no hay que dormirse en los laureles! Si bien todos los conflictos actuales son asimétricos, con clara superioridad aérea de uno de los dos bandos, no podemos obviar la posibilidad de un hipotético enfrentamiento más simétrico, pongamos con China, y hay que mantener viva tanto la capacidad creadora e innovadora para estar por encima de la competencia, como la capacidad productiva para poder responder de forma rápida a un aumento en la demanda de la fabricación de aviones (volviendo a un paralelismo histórico, recordemos la situación de la industria aeronáutica británica en los años 30 y los planes para revitalizarla que dieron como fruto el poder hacer frente a la Luftwaffe durante la Batalla de Inglaterra).