Hace poco apareció en The Air Force Times un artículo titulado: Informe: La bomba nuclear que cayó en N.C. en 1961 casi explota. Reinhart nos deja su traducción, así como unos comentarios previos…
(O una lección periodística de cómo sacar una noticia donde hace décadas que no la hay y crispar gratuitamente los nervios de la opinión pública con hechos que no han sucedido pero podrían haber sucedido, como por ejemplo un desfile de hombrecillos verdes del espacio vestidos con polisón de nardos por el zoo de NY. Nadie puede negar que “todo”puede suceder; sea más fácil o más difícil)
Pues sí queridos lectores. Cuando la prensa no tiene que hacer, le encanta sembrar el pánico. Más allá del interés histórico, he aquí otro nuevo libro destinado a hacer caja contando los episodios más escalofriantes que los pérfidos gobiernos de las grandes potencias nunca quisieron que supieras.
Y es que enfocar algo que no fue una tragedia nuclear (porque se habían previsto los medios para evitarla) como si lo fuese, no acaba de parecerme decente.
En los años 50 y 60, los B52 fueron sometidos a los mayores ciclos de horas de servicio jamás sufridos por ningún aparato en la historia. Había un B52 en el aire en cada región del mundo durante las 24h del día. De los miles de misiones realizadas, jamás explotó una sola bomba atómica de aviones siniestrados. (Remember Palomares)
Creo que no es un tema para tratar a la ligera. Sobre todo cuando ninguno tenemos los conocimientos de armas nucleares necesarios excepto para ponernos a llorar de miedo.
Y a partir de aquí, el artículo tal cuál lo leemos online:
Una de las 2 bombas de hidrógeno que dejó caer accidetalmente un B52 siniestrado sobre Carolina del Norte en 1961 estuvo peligrosamente cerca de estallar, de acuerdo a un informe recientemente desclasificado.
Las bombas Mark 39 de 4 Megatones – 260 veces cada la capacidad destructiva de la que arrasó Hiroshima – cayeron sobre Goldsboro, N.C., cuando el bombardero entró en barrena y chocó contra el suelo.
Los 4 mecanismos de seguridad diseñados para evitar accidentes funcionaron bien en una de las bombas, que cayó en una pradera, pero en la otra fallaron 3 y sólo un interruptor de baja tensión evitó la explosión accidental del ingenio al caer en un campo en Faro, N.C., dice el informe de 1969.
De haber explotado la bomba, la nube radiactiva se hubiera podido extender por toda la costa Este alcanzando Washington, Baltimore, Philadelphia y New York.
El accidente tuvo lugar 3 días después de la toma de posesión del presidente John F Kennedy en Enero de 1961. Cinco de los 8ocho miembros de la tripulación sobrevivieron al accidente.
El informe fue obtenido por el autor de Fast Food Nation Eric Schlosser para su nuevo libro, “Command and Control,” sobre la carrera armamentística nuclear. Schlosser encontró que solo entre 1950 y 1968, hubo al menos 700 accidentes e incidentes “importantes” involucrando 1250 armas nucleares.
Mother Jones informó primero los hallazgos de Schlosser el domingo, y el accidente de Goldsboro atrajo nueva atención el viernes con un artículo en the Guardian. El periódico británico publicó también el informe, escrito por Parker F. Jones, el supervisor del Dpto. de Seguridad de Armas nucleares de los Laboratorios Nacionales Sandia.
Jones tituló su artículo “Goldsboro Revisitado o: Como aprendía a desconfiar de la Bomba H,” un guiño a la sátira nuclear de Stanley Kubrick de 1964, “Dr. Strangelove or: How I Learned to Stop Worrying and Love the Bomb.” (Título original en inglés. En castellano era “Teléfono Rojo. Volamos hacia Moscú”)