¡Me dieron la suelta! Y la cagué…

Domingo, 7am. Suena el despertador. Jamas pense que me levantaria un domingo por placer a esas horas… me levanto, desayuno, ducha. Preparo ropa de repuesto, estoy avisado de que me van a dar la suelta y cuando te la dan te duchan…
 
Salgo para el Loring (ver foto aérea aquí) y cuando llego me lo encuentro todo helado… -9ºC. Bufff, como me tiren el agua encima me van a dar una pedrada, va a estar hecho hielo…
 
Mirad la foto con atención. Es la pista. La cabecera mas cercana es la 06, la lejana es la 24. A la izda se puede ver un seto, lo véis? está alto, descuidado, sin podar, es más alto que un avion…
 
Cabecera 06 Loringa 
 
Despego, un par de tráficos… «te ves animado para la suelta?» «¡¡claro!! -decir yo nací preparado para esto era demasiado…».
 
 
Aterrizamos. Me dicen que ruede con el avión a 24. Ruedo pista abajo a 24, me abro a la derecha para girar a la izda y dejar el avión centrado y… estaba ya a la derecha, noto que el ala se engancha en el seto, con suavidad. Freno el avión. Oigo por radio que uno va a aterrizar «Loring India Tango Mike, Miguel aborta, la he cagado, estoy enganchado en el seto». «Rafa, Raul, me escucháis? ayudadme a sacar esto de aquí, he apagado motor».
 
 
Fin de la suelta.
 
 
Sacamos el avión del seto, lo subimos a plataforma. Tirando de profesión le hice una revisión lo más exhaustiva que pude. El avión estaba perfecto, sin mas daños. Lo unico que ha salido dañado ha sido mi orgullo… que la dignida d la mantuve bien alta reaccionando rápido y dando por radio instrucciones para evitar mas problemas.
 
 
Ale, pa cuando sea la de verdad, os lo cuento otra vez.

Por un día cambié «mi» Tecnam P92 poe una Cessna 172R

Este fin de semana estuve en Barcelona. La idea era grabar el podcast, y quedar con algunos bloggers aeronáuticos (Ángel, de Surcando los cielos y Joan de Landingshort), desvirtualizados gracias a Iberia, cuando nos llevaron a ver los talleres de mantenimiento.

Joan piloto privado, tiene habilitación de monomotor y de bimotor. Y quedé con él para volar en la 172R, con cabina de cristal. Ángel no pudo venir, pues trabajaba de noche…

El domingo tocó madrugón, recoger rápido la habitación y bajar. Joan había venido a recogerme e ir al aeródromo de Sabadell. Allí descubrí lo «pesado» que resulta volar en un aeródromo controlado. Acostumbrado a volar en uno no controlado, llegar, papeleo, esperar… Y cierto que como el avión es más grande que «mi» P92 puedes volar en mas condiciones meteorológicas, pero desde que llegamos allí hasta que salimos pasó 1 hora de papeleos… Sentado en la cabina tenía la sensación de ir en un camión, tanto por la altura como por la posición en la que se va sentado

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Fotos: una clase de tomas y despegues en un aeródromo de ultraligeros

Creo que a estas alturas todos sabéis ya que estoy sacándome la licencia de piloto de ultraligeros, he hecho algún que otro comentario por aquí, y sobre todo os he dado la lata muchísimo con ello, sobre todo a los que os conozco en persona. Y muchos, de hecho, me han preguntado como es que con lo que me gusta escribir no había publicado aún nada en el blog. Pues la cosa es simple, ¡¡no tenía fotos que poner!!

 

La afición por los ultraligeros me viene del proyecto de fin de carrera. Fue precisamente el prediseño de un ultraligero de tercera generación. Entonces los descubrí y decidí que tenía que sacarme la licencia para volarlos.

 

Me planteé la posibilidad de un PPL, pero valorando precios y que yo quiero la licencia para divertirme, para dar una vuelta de vez en cuando, en resumen, para lo mismo que uno se compra unos esquís, pues opté por la licencia de ULM: mucho más econónica que el PPL, y además puedes despegar desde aeródromos muy interesantes. También es cierto que cuenta con otra serie de restricciones: todos son mono o biplazas, puedes volar solo a 300m sobre el terreno…

 

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¡¡Me han dado la suelta!!

El pasado día 6 de octubre tuve uno de esos momentos que todo alumno piloto del cacharro que sea está deseando y temiendo a la vez: la primera vez que vuelas sólo, popularmente conocida como «la suelta».
Normalmente el instructor te da la suelta porque ve que estás preparado, que tienes suficiente seguridad mientras vuelas y clavas los procedimientos. Debí de engañar un poco al mío, porque aunque ya sabía hacer todo, realmente pensaba que me faltaba pulir un poco el vuelo. Aunque Rafa, el instructor, ya me iba avisando que me iba a dejar «sólo ante el peligro» en algún momento cercano.
 
 
Después de dos tráficos en un día muy tranquilo y con aterrizajes bastante buenos, Rafa soltó la temida y deseada pregunta: «¿Te ves para volar solo?». Lo primero que ocurre es que se forma un nudo en la garganta y el estómago se encoje, y aún así, contestas «si» lo más tranquilo posible (debió de ser cuando le engañé) porque es lo que estás deseando desde que empezaste a hacer esto.
 

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