Desde que hicimos la salida a la Ferté Alais no había vuelto a hacer ninguna escapada a ningún festival aéreo fuera de España. Y el Flying Legends en Duxford era ese sitio al que siempre había querido ir, y siempre se escapaba. Así que allá por marzo, cuando recibí una llamada en la que se me decía «¿te vienes a Duxford? Vamos el viernes y volvemos el domingo, tienes dos minutos para decidir, estamos comprando ya los billetes de avión» no dudé ni dos segundos, los que tardé en decidirme.
El viaje de ida ha sido de los más accidentados que he tenido. Salimos de la Terminal 4 Satélite, en un 330 de Iberia nuevecito, recibido apenas unas semanas atrás. La experiencia en el avión fue muy buena, cómodo, amplio, el sistema de entretenimiento inmejorable… todo ok, hasta que llegamos a la vertical de la Isla de Wight y comenzamos a hacer esperas. El comandante del 330 nos indicó que Heathrow estaba cerrado porque un avión había tenido un evento con fuego. Así que fuimos al aeropuerto alternativo en Birmingham. Tras aterrizar en una pista que no parecía suficientemente larga para un 330, nos tuvieron esperando en el avión un tiempo que ahora mismo no sé determinar, pero que parecieron horas… La idea era volver a Heathrow, pero después de reabrir el aeropuerto eran tanto el tiempo de espera, que fue imposible la vuelta. Desembarcamos y tras recoger nuestro equipaje alquilamos un coche para ir hasta Luton, donde nos recogió el cuarto en discordia. De allí a cenar y un hotelito con mucho encanto. Madrugón al día siguiente, y a disfrutar de Duxford!
Al llegar uno encuentra un museo enorme, con multitud de hangares, también con vehículos terrestres. Primero visitamos la linea de vuelo, después intercalamos los hangares con los aviones en vuelo, en función de nuestro grado de insolación y necesidad de sombra… y es que aunque nos esperábamos un cielo británico totalmente nublado, parecía un día de verano de la costa mediterránea.
Al terminar la exhibición en vuelo no dudamos, nuestro YO más vicioso quería más… así que entramos a ver el museo de vehículos terrestres, y babeamos hasta límites insospechados con un Hetzer o el T34 disfrazado de Tigre, por mencionar solo dos. Volvimos hasta Wembley, donde dormimos con los pies destrozados y en un hotel al que seguro no volveremos… Al día siguiente, madrugar un poco y directos a Hendon, museo altamente recomendable y de entrada gratuita. Los que esperéis ver algo del aeródromo de Hendon, poco queda de él, pero podéis deleitaros con un 262, un 109, un Vulcan…
Y como muestra, os dejo una pequeña selección de las fotografías que hice en el Flying Legends. Si queréis ver todas, podéis verlas en esta galería de Flickr.
