Pioneras españolas de la aviación

Este es el último de los textos que nos quedaba. Es el de Natalia García, hablando sobre las pioneras de la aviación en España. Es posible que echéis de menos algún dato, pero tened en cuenta que esta charla la dimos hace ya unos años…

 María de la Salud Bernaldo de Quirós Bustillo

María de la Salud Bernaldo de Quirós Bustillo   

 

Antes de comenzar con la parte correspondiente a nuestras pioneras, quisiera hacer una llamada de atención a la recaudación y conservación de la información de nuestra historia femenina. 

 

Contrariamente a la facilidad para obtener información con respecto a la participación femenina en países extranjeros, en nuestro país, además de la inferioridad numérica evidente en la historia de la aviación, hemos de destacar que no somos nada generosos con la divulgación pública de dichos datos.

 

Es necesario ampliar la información tanto de la cultura Aeronáutica de nuestro país como de las personas que desde el nacimiento de la misma, han participado de ella.

 

Tanto hombres como mujeres, aunque hay que puntualizar, que las mujeres siempre se llevan la peor parte en estos asuntos, tanto por su escasa participación como por las condiciones sociales de las épocas en que vivieron.

 

Hoy por hoy comienzan a abrirse las puertas con normalidad para la mujer española a campos como la aviación, abramos también la puerta a la comunicación y al legado que han dejado y dejaran dichas mujeres en nuestra historia.

 

Inquietud, tenacidad, pasión y convicción son algunas de las cualidades que caracterizan a las mujeres que deciden ponerse a los mandos de un avión. 

 

Aprendamos un poco de nuestra propia historia a través del relato de las suyas personales…

 

ANÉCDOTA INTRO

De la mano del famoso aviador Benito Loygorri, que obtuvo la primera licencia de aviador en nuestro país, tras arrebatársela de las manos al monarca Alfonso XIII, (el cual era un gran apasionado de la aviación y un reconocido piloto que participo en la guerra de África), nos llega la anécdota de la primera mujer española en subir a un avión en España, según se conoce públicamente, aunque veladamente podrían existir otras de alto linaje que también volaron en la época.

 

Dicha mujer se llamaba María Minondo, o más conocida como Donostiarra de Minondo, y era una señorita a la cual cortejaba Benito Loygorri.

 

La subió a su avión en el año 1910 para realizar un vuelo sobre la playa de San Sebastian, con tan mala fortuna, que tuvieron algún fallo y amerizaron en la playa que en esos días estaba repleta de gente.

 

Cuenta Loygorri que después del vuelo, María no quiso volver a volar y ni tan siquiera la volvió a ver.

 

Pero, muchas fueron las que aportaron su granito de arena para que las mujeres tuvieran su hueco en la aviación de este país, no solo no se asustaban, sino que además vivían con pasión su sueño.

 

Irene Aguilera que según algunas informaciones podría ser la esposa del ingeniero aeronáutico Emilio Herrera. Presumiblemente fue enseñada en los principios de Cuatro Vientos por su propio marido, que era el responsable de formar nuevas promociones de pilotos entre los años 1911-1913.

 

María Bernaldo de Quirós Bustillo, quien logró el primer título de aviadora concedido  por la Escuela del Real Aeroclub de España situada en Getafe siendo aleccionada por José Rodríguez y Díaz de Lecea. Fue el 24 de noviembre de 1928, 17 años más tarde que el primer hombre español. Para esta madrileña, “lo de volar, que tanto impresiona a la gente, es muy fácil”.

 

Fue una mujer muy adelantada a su época, independiente, separada y de las primeras que se divorció con la República. Ella marcó un hito en la aviación. Era la primera mujer que se ponía a los mandos de un avión. Una muchacha que, según el Comandante José Rodríguez y Díaz de Lecea, tenía “una gran vocación y el ánimo resuelto”. María demostraba, así, que los aviones no entienden de sexos y sirvió de ejemplo a otras chicas que soñaban con pilotar, como:

 

Margot Soriano Sánchez (obtuvo el titulo en Enero de 1929), esposa de José María de Ansaldo, (El piloto José María Ansaldo, teniente de Ingenieros de complemento, había hecho su campaña en África y era un experto y ducho aviador que, según las crónicas, fue herido en un pie por una bala enemiga cuando destruyó con el suyo el aparato que poseía Abd-el Krim.) según información sacada de la FIO, fue una aviadora española que estudio en la escuela Estremera de Carabanchel, donde recibió clases del propio Ansaldo. El día 24 de febrero de aquel mismo año contrajeron matrimonio en un hangar en Cuatro Vientos desde donde, después de las celebraciones, iniciaron su viaje de novios en avioneta.

 

Pilar San Miguel Martínez Campos, esposa de Juan Antonio Ansaldo, laureado de la campaña de Marruecos, pilotaba el avión en el que el general Sanjurjo halló la muerte cerca de Lisboa en el año 1936.Obtuvo en septiembre de 1930 el título de piloto en Carabanchel, teniendo a su marido como profesor.

 

María Pepa Colomer Luque (en 1931). Esta aviadora, nacida en Sabadell, en 1913, consiguió su carné a los 18 años, se hizo piloto en la Escuela de Aviación de Barcelona, tras demostrar las cincuenta horas de vuelo que se exigían, convirtiéndose así en la cuarta mujer piloto de España. Una vez obtenido el permiso, ejerció como profesora, formando y entrenando a futuros pilotos, hasta el comienzo de la Guerra Civil. Cuando se declaró la contienda, como todos los pilotos, fue militarizada teniendo como primer destino, en calidad de alférez instructora, la Escuela de Pilotos Aviadores Militares, se convirtió, de esta manera, en la primera instructora de vuelo de España. Además de esto, María Pepa participó en operaciones de propaganda en el bando republicano, utilizando su avión para lanzar panfletos antifascistas sobre Cataluña.

 

Para Mercè Martí, Colomer es “la proyección internacional de la aviación y un punto de inflexión para las aviadoras”.

 

Sin lugar a dudas, si algo tienen en común todas estas mujeres es su pasión por el vuelo, su espíritu aventurero y, principalmente, la vocación.

 

En octubre de 1932, aterrizó un Zeppelín en el aeródromo de la Aeronaval, que fue visitado por un grupo de jóvenes. Entre este grupo se encontraba, Dolores Vives, que comenzaba de esta manera su contacto con el mundo aeronáutico.

 

En el caso de África Llamas de Rada se manifiesta la inquietud y la seguridad de una joven que provenía del mundo del cine y que quiere conseguir su sueño, aún teniendo que engañar sobre su edad para lograrlo. A falta de varios meses para cumplir los 21 (edad mínima para acceder al curso de aviación), África decidió mentir para ingresar y estudiar lo que le apasionaba aunque, reconoce, era bastante caro: “A peseta por minuto de vuelo; y cada día volábamos unos 10 ó 15 minutos”.Compinchada con su hermana mayor, le “sisaba” a sus padres el dinero necesario sin que estos tuvieran conocimiento de sus actividades aeronáuticas. Obtuvo la titulación en 1932, de manos del Director de Aviación Civil Álvarez Buylla, el mismo año en el que su futuro marido decidió cortarle las alas. Él no quería que su esposa fuese piloto, y el machismo imperante en la época pudo con las ilusiones y los deseos de una mujer que, un día, tocó el cielo con las manos. 

 

Por fortuna, existen otros ejemplos de hombres que ayudaron a la incorporación de la mujer en la aeronáutica.

 

A Dolors Vives i Rodón le inscribió su padre en Aeropopular. En esa época, según relata ella misma: “la aviación era casi exclusivamente de militares”. Hubo un sorteo y le tocó la única beca femenina para aprender a pilotar. “Acepté de inmediato. Era muy audaz”. Corría el año 1932; por aquel entonces “no era nada frecuente que una chica volara. Y mucho menos que pilotara un avión. A la gente le extrañaba”.

 

El curso lo realizó en el Aeródromo Militar (contiguo al Canudas en terrenos de El Prat) siendo su instructor el capitán Vallés, obteniendo el título en marzo de 1934. En el año 1935, realiza un curso de vuelo sin motor en Monflorite (Huesca).

 

Se convirtió en la primera mujer que conseguía el título de piloto de vuelo sin motor, aunque el documento no llegó a sus manos, pues la contienda que se desató en España en el 36 lo paralizó todo.

 

Iniciada la Guerra Civil, Dolores Vives también fue movilizada como piloto con el empleo de alférez, siendo su primer destino la Aeronáutica Naval. Realizó vuelos de reconocimiento con un material, tan mal mantenido, que les obligaba a volar por sensaciones ya que carecía de instrumentos, incluyendo el anemómetro. Más adelante se encargó de algunas tareas administrativas y algunos vuelos de enlace y reconocimiento en avión terrestre. Con el fin de la guerra dejó de volar.   

 

Raimunda Elías podría ser sin lugar a dudas una de las aviadoras mas misteriosas y “discretas” de la época, de ella poco se sabe, salvo que fue aviadora sin motor, título que obtuvo en Monflorite entre los años 1935-1939, y coincidió en uno de los cursos con Dolors Vives en el año 1936.En el archivo nacional de Cataluña se encuentran 6 fotografías b/n de esta mujer durante su actividad en la aviación, como instructora de vuelo de la escuela de vuelo sin motor “Falciots”.

 

De pilotos a Comandantes 

Con el paso de los años, las mujeres han ido aumentando su presencia en la aviación y ascendiendo de categoría, aunque de forma paulatina. 

 

Así, en 1969, Bettina Kadner Shilling nieta del aviador y as alemán de la Gran Guerra Otto Shilling. Nacida en Madrid, estudio en las escuelas de aviación de Cuatro Vientos (Madrid), Alcantarilla (Murcia) y la de pilotos de Salamanca. En 1969, venció la resistencia del Ministerio del Aire y consiguió la modificación del reglamento que impedía pilotar aviones comerciales a las mujeres. De esta forma, pasó a la historia como la primera mujer a los mandos de un avión con pasajeros en este país.

 

Durante casi una década, fue la única chica en las cabinas de aviación civil españolas. La madrileña tuvo que escuchar burlas de sus propios compañeros quienes, por la radio, le decían: “¡Betina, a la cocina!” Pero ella no se dejó amedrentar por los comentarios machistas, llegando a ser la primera mujer Comandante de España y la segunda de Europa.

 

Le seguirían, entre otras, María Aburto (la primera mujer piloto de Iberia en realizar en 1985 el puente aéreo Madrid-Barcelona a bordo de un 727). Ella es, en la actualidad, la piloto más veterana de Iberia. Empezó como azafata y, posteriormente, se sacó el título de piloto dado que “mis padres no podían pagarme una carrera tan cara”.

 

Desde muy pequeña «me emocionaba cuando veía un avión. Siempre quise ser piloto, pero pensaba que las mujeres nunca podrían serlo. A los 18 años me enteré que sí se podía,que Bettina Kadner ya lo era.

 

En 1974 empezó a trabajar como auxiliar de vuelo. Tenía entonces 18 años. Dos años después obtuvo el título de piloto comercial. Posteriormente se presentó a la convocatoria de Iberia con otros 250 compañeros. Había otras tres mujeres. Sólo ella consiguió aprobar.

 

Ingresó en la compañía en 1985. Aún entonces no pasaba desapercibida para nadie: “Era una especie de bicho raro. Ibas por ahí de uniforme y te miraba todo el mundo. Aunque han pasado los años y todo ha cambiado, sigue habiendo pasajeros a los que les llama la atención”.

 

María, quien ostenta el título de primera Comandante de Iberia y primera mujer delegada sindical del Sindicato Español de Pilotos de Líneas Aéreas (SEPLA), asegura que “las pilotos aportamos una gran profesionalidad. Es algo propio de las mujeres, nos exigimos más porque nos miran con lupa”. Además, está convencida de que “pilotar es cuestión de sentido común. Quizá por eso sea una ventaja ser mujer”, (bromea).

 

Rosa García Santolaya, es Comandante de Spanair desde 1988. Desde muy pequeña tuvo clara su vocación: quería ser piloto, pero su madre no estaba de acuerdo, pues pensaba que, siendo un mundo de hombres, Rosa iba a sufrir mucho. Por eso, la inscribió en un club de vuelo sin motor, intentando que a su hija se le quitara la idea de la cabeza. Sin embargo, el plan tuvo los efectos contrarios. Aquellos primeros vuelos en veleros le hicieron comprender a la muchacha que lo suyo iba muy en serio; que los aviones eran su gran pasión. Tanto fue así que “mientras mis compañeras se iban a discotecas, yo me iba a volar. Para mí, volar era lo primero”, declara la joven.

 

Según el SEPLA, el incremento de las mujeres en la aviación civil en la última década ha sido notable. “Hace 30 años la presencia era prácticamente inexistente”, asegura el sindicato. Los datos facilitados por esta entidad precisan que, de los 5.000 pilotos que hay actualmente en la aviación comercial, 350 son mujeres. 

 

Mercè Martí Inglada 

Esta catalana de 39 años, que se define como “aventurera, deportista y empresaria”, se marchó a Estados Unidos para estudiar inglés, pero sus prioridades cambiaron y dejó el atletismo (deporte que le fascinaba) por las aeronaves. A los 17 años se montó, por primera vez, en un avión. Aprovechó su estancia en Norteamérica para sacarse el título de piloto privado y comercial. Posteriormente, fundó una escuela de pilotos en Kentucky en la que ejerció de instructora. Reconoce que, al regresar a España, le costó mucho hacerse un sitio. “Pero soy una persona luchadora y, cuanto más difícil, más gratificante es el triunfo”, asegura.

 

Una vez en España, estuvo trabajando como piloto comercial para Ibertrans y Spanair. 

 

Como deportista, Mercè ha conseguido, entre otros: el primer puesto en la Vuelta al Mundo 1994, y  no sólo se atrevió a competir sino que, además, fue la primera mujer que la ganó. Tiene a sus espaldas tres récords mundiales de velocidad en rutas asiáticas y norte de América, la Medalla de oro por la Federación Aeronáutica Internacional y el Premio de la Sociedad Geográfica Española al Viaje del año, realizado con un avión de 1930, por España en 2004. 

 

El amor que Mercè siente por los aviones le ha impulsado a desarrollar más actividades que las propias de un piloto comercial, por ello, prepara expediciones, participa en espectáculos aéreos, da conferencias y, además, tiene su propia compañía aérea: Infinit Air.

 

EXPLICACIÓN DE LA COMPLEJIDAD DE LA PRUEBA: La Vuelta al Mundo en avioneta 1994 

Se trata de carreras de velocidad muy similares a la Fórmula 1. Se establecen los recorridos entre dos ciudades y gana el equipo que menos tiempo haga. Los participantes deben escoger el mejor camino posible, teniendo en cuenta las condiciones meteorológicas, los espacios aéreos por los que no se puede volar, los trayectos de las líneas comerciales, la autonomía del propio avión, su velocidad y otras cuestiones de igual índole. Las etapas transcurren en distancias muy largas. Los pilotos que conforman cada equipo se van turnando a lo largo de más de 33.000 kilómetros, en tiradas de 10 u 11 horas, en las que sólo pueden parar para cargar combustible.

 

 

Presencia femenina en los aviones del Ejército 

 

Pero las mujeres no se conforman con la aviación civil; también están presentes en el campo militar. Hace dos décadas que el colectivo femenino forma parte del Ejército español.

 

Yolanda Gassó primera piloto femenina del Ejercito del Aire. «A mis superiores les dije que si a mis compañeros les llamaban por su nombre, a mí por el nombre, y que si utilizaban el apellido, también lo hicieran para dirigirse a mi». Pilota un avión de transporte 295. De hecho, fue la primera mujer en España que se puso a los mandos de una aeronave militar, y en todos sus destinos ha sido «la única» hasta que el verano pasado se incorporaron a su unidad, el Ala 35 en Getafe (Madrid), otras dos compañeras.

 

Tomó aquella iniciativa de aclarar lo del tratamiento «porque ellos tampoco sabían cómo actuar» y reconoce que, al principio, tocó «demostrar que vales, pero no por ser mujer, enfatiza, sino igual que cuando uno llega a cualquier sitio: hay que hacer ver que eres idónea y capaz». ¿El día a día hoy? «Muy bien, como uno más».

 

Participó en la Festa al Cel 2003, a los mandos del C-235 del que saltaron los paracaidistas.

 

Esther Iniesta Es comandante de vuelo de un Canadair, los aviones apagafuegos, en el 43 Grupo de la base de Torrejón de Ardoz (Madrid). Ella representa la capacidad de la mujer para desempeñar con eficacia cualquier destino, incluidos los de riesgo. «Nuestros vuelos son de larga duración, especialmente a baja cota, los más arriesgados». Está encantada de su trabajo que compatibiliza con su compromiso en el Comité de Mujeres de las Fuerzas Armadas de la OTAN

(La capitana Esther  Iniesta Gómez es piloto del CanadAir CL212, un avión anfibio “apagafuegos” del 43 Grupo. La sargento Patricia Navarro Ramos es mecánico de vuelo e instructora del mismo grupo, y la capitana Begoña Martín García es oficial especialista en guerra electrónica en el 47 Grupo Mixto.)

 

Sin embargo, nunca una chica había conseguido ser piloto de caza y ataque hasta el 2007, año en el que Rosa María García-Malea superó la especialidad, convirtiéndose en la primera mujer que puede pilotar aviones de combate. 

 

La almeriense de 26 años optó por ser piloto de caza porque “es a lo máximo que puede aspirar un piloto, aunque en un futuro no me importaría integrarme en la patrulla acrobática Águila”.

 

Lo ha conseguido después de cuatro años en la Academia General del Aire de San Javier (Murcia) con 35 compañeros y tres compañeras, y después de haber pasado otro año más, esta vez siendo la única mujer, en el Ala 23 de Instrucción de Caza y Ataque de Talavera (Badajoz), a la que sólo acceden los 12 alumnos con mejores notas de la academia. Rosa María es uno de ellos.

 

De las 300 mujeres con las que cuenta el Ejército del Aire, Rosa María es la única cualificada para estar al mando de un avión a reacción de combate. 

 

Como se aprecia, la lucha por la igualdad llegó a la aeronáutica hace muchos años. (Más de los que se podría imaginar). Poco a poco, las mujeres están conquistando todos los ámbitos de la aviación: civil, militar, deportivo y empresarial.

 

Desde los primeros vuelos de María Bernaldo de Quirós hasta las múltiples competiciones en las que ha participado Mercè Martí han cambiado muchas cosas, pero hay algo que permanece intacto en cada una de estas mujeres que se encuentran a los mandos del avión: la pasión por volar. “Cada vez que vuelo, me siento libre. Es como si iniciara una gran aventura, incluso, tengo la sensación de que no tengo límites”, reconoce la deportista catalana.

 

Se trata de mujeres que, quizá no intentaron cambiar el mundo, pero que con su empeño por lograr sus sueños, abrieron las puertas a multitud de chicas que ansían dirigir su propio paseo por las nubes. 

 

(Una referencia a las “olvidadas”: las obreras aeronáuticas. Antes de la guerra las trabajadoras de la empresa CASA elegían anualmente a la Miss Alicates, la obrera más diestra en el entelado de la estructura de aviones.)

 

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