La fama del Messerschmitt Me262 no reside en sus grandes hazañas, ya que siempre estuvo en desventaja numérica sino en la profunda impresión que causó en sus oponentes. No era algo impensable, todas las naciones desarrolladas de la tierra trabajaban en proyectos similares, pero nadie se esperaba que su primer uso operacional apareciera en una nación tan castigada en su tejido industrial y de comunicaciones como Alemania.
De hecho fueron los bombardeos continuos los causantes de su servicio prematuro (y del de sus “hermanos” sin hélice). La gran demanda de gasolina causada por la pérdida de recursos petrolíferos dio un gran impulso a los vehículos que utilizaban otras fracciones de poco interés hasta la fecha. Para hacernos una idea de la época, por cada litro de crudo de la época, el 26’10 % corresponderían a gasolina, 12’57 % a queroseno y un 48’42% de gasoil. El diesel fue rápidamente destinado a tanques y otros vehículos terrestres. No está muy claro lo que quemaba el 262, lo que es seguro es que no era gasolina y que probablemente fuese de origen sintético (a partir del carbón).
Mientras en los cuarteles generales se empeñaban en que el nuevo bimotor a reacción debería ser usado como un bombardeo, la unidad experimental, bajo el mando del archiconocido Walter Nowotny desde Abril de 1944,demostró su verdadero punto fuerte derribando en una de las salidas a un Mosquito británico de reconocimiento (el aparato de hélice más rápido hasta la fecha con una velocidad punta superior a los 600 km/h).
Este es el video que ha inspirado esta entrada, visto en el blog de Roberto Pla
Armado con 4 cañones de 30 mm en su versión de serie, el 262 era un cazador ideal de bombarderos pesados. Un impacto de un solo proyectil era suficiente para volar en pedazos un caza monoplaza y su gran velocidad le hacía muy difícil de apuntar por los artilleros de abordo.
Nowotny murió intentando convencer al mando de esta capacidad en Noviembre de ese mismo año. No fue hasta Enero del 45 que se organiza la primera unidad basada en el Schwalbe (la versión de caza del 262). Para entonces ya es demasiado tarde. La escasez de combustible no es tanto del material en si mismo como de la incapacidad de las infraestructuras de transporte de suministrar a las unidades de combate. El mando logra sus empeños equipando al KG54 con Sturmvogel (262 cazabombarderos).
El general al mando de la caza diurna Adolf Galland ha perdido la batalla en las altas esferas. Se le destina o se le concede, no está muy claro, regresar al servicio activo. Como aún conserva su carisma logra organizar una pequeña unidad de caza en el sur de Alemania llamada Jagdverbande 44 (JV44). La designación no es casual, el número en sí es una rebuscado broma. Del mismo modo que el JG1 en la primera guerra mundial, mantiene una incómoda burbuja de poder aéreo en la vanguardia enemiga. Cada vez más ases desencantados con los acontecimientos se unen a su unidad, Lutzow, Steinhoff, Bär, Barkhorn, Kuprinsky, … sólo estos cinco sumados al propio Galland suman más de un millar de aviones enemigos derribados. Sin embargo la situación es irreversible. Primero tienen que recurrir a una unidad de pintorescos Focke Wulf 190 D9 pintados de rojo para cubrir sus aterrizajes y despegues. Finalmente, y tras un rocambolesco intento de rendición especial fracasado, y tras haber retrocedido hasta territorio austriaco, el personal de tierra de la unidad se ve obligado a destruir sus aviones en tierra con granadas de mano.
Los pocos 262 que sobrevivieron fueron estudiados con detalle por rusos y americanos en los años de posguerra. Las lecciones aprendidas de ellos influenciaron los futuros diseños que combatirían en Korea y condenaron a la mediocridad a los diseños propios de los aliados como el Gloster Meteor o el Bell P59 Airacomet.
Se retiró finalmente del servicio activo en Checoslovaquia en 1951 donde era construido bajo la designación Avia S92.