115 años no son nada.
No me avergüenza reconocerlo: todos mis héroes son mujeres. Y no estoy hablando sólo de las historias que escribo. Estoy hablando de mujeres de carne y hueso. De aquellas a las que nadie regaló nada pero lucharon para labrarse un nombre que perdurara en la historia.
Estoy pensando en mujeres que no se escudaron tras leyes de discriminación positiva. Mujeres que en ocasiones, en un ambiente hostil incluso entre sus compañeras de sexo supieron agarrarse a un sueño y llevarlo a cabo sin más ayuda que su duro trabajo y determinación. Mujeres que lloraron mucho porque todo sueño implica sacrificios, se sea hombre o mujer.
Hoy vamos a recordar a una muy especial. Hoy cumpliría 115 años pero en los ojos de todos está grabada tan joven como la última vez que la vimos antes de desaparecer aquel fatídico 2 de Julio de 1937.
Nació en Kansas en 1897, como la celebre actriz Louise Brooks. Para que todos nos hagamos una idea, Kansas era el puñetero culo de los EEUU, quizás solo Iowa era un lugar más difícil del que salir si se quería triunfar. Pum, 100.000 puntos, se muda allí en 1905. Su familia era un desastre y se muda por todo el medio Oeste hasta acabar en Chicago con su hermana.
En la IGM se alista como enfermera en Canadá donde atendiendo pilotos decide que aquello le gusta.
Amelia Mary Earhart no era absolutamente nadie en 1922 pero con el sudor de su frente y ya viviendo en California, ahorra para comprarse un avión propio y pulveriza el record de altitud. Tiene gracia que fuese al año siguiente cuando le conceden la licencia de piloto…
Amelia era consciente de su potencial como mujer. Vendió aviones y favoreció que otras mujeres accedieran a su aficción. En 1928 y siguiendo la deriva de Lindbergh se convierte en la primera mujer en cruzar el Atlántico sin escalas, como pasajera.
Esto, que evidentemente dejaría planchado a cualquiera, no puede con ella. Si iban a llamarla Lady Lindy, sería con razón y en 1932 su fama es tal que consigue la financiación necesaria para el salto.
En el intermedio explota sus ideas y su innegable atractivo. Organiza una carrera aérea para mujeres de costa a costa, que por cierto no gana. Todo lo que hace hasta que cruza el charco está dirigido a mantenerse en el aire. Y lo logra.
Recorre el mundo probando los mejores aviones. Recibe premios diversos. Entre los más importantes la medalla especial de la Sociedad Geográfica y la primera Cruz de Vuelo Distinguido (DFC) concedida a una mujer. Un hecho remarcable siendo una condecoración militar otorgada en tiempos de paz.
¿Un hombre lo habría hecho mejor o lo hubiera tenido más fácil? Ni lo uno ni lo otro.
Los méritos de Amelia, como los de tantos otros hablan por si mismos y dado que muchos hombres grandes pilotos se mataron antes que ella en sus mismas empresas, queda claro que ser un héroe no es cuestión de sexos.
Hay que valer.
Missing Amelia from Major von Reinhart on Vimeo.