Piloto de caza es, seguramente, una de las profesiones aeronáuticas más llamativas. Y estos pilotos volaban la chica para todo del bando republicano, el I-15 Chato, que igual valía como caza, que como avión de ataque a tierra, que como caza nocturno.
Las historias de la Segunda Guerra Mundial son más conocidas, los cazas ingleses pintados de negro, como los Hurricane y Defiant, o los bombarderos reconvertidos como el Blenheim; los cazas alemanes con radar incorporado, como los Me-110, los bombarderos reconvertidos a cazas y perfeccionados para tal misión como el Ju-88 o los cazas diurnos operando con técnicas de Wilde Sau; los intentos estadounidenses por cazar a los japoneses con B-25, A-20 y finalmente P-70 y P-61… todas son historias conocidas por los aerotrastornados. Pero, ¿qué hay de ese conflicto, preámbulo de la Segunda Guerra, que fue la Guerra Civil Española?
En el bando republicano se utilizaron cazas I-15 normales, alguno se modificó experimentalmente con colectores de escape para evitar cegar a los pilotos con las llamaradas, usando un fonolocalizador que daba el rumbo aproximado del bombardero nocturno y aterrizando casi a ciegas, alumbrando la pista en el último momento con los faros de los coches o con reflectores, en el mejor de los casos, siendo Sabadell una de las pocas pistas, si no la única, en contar con balizamiento nocturno. Y para más mérito de los pilotos, los Chato no llevaban radio con la que ser guiados desde tierra hacia el intruso o hacia la base.
Nada de todo esto era fruto de la improvisación, existía una escuela de vuelo nocturno en El Carmolí, Murcia.
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