25 de Junio de 1950, el domingo que el ejército norcoreano cruzó el Paralelo 38, la división marcada al fin de la IIGM para delimitar las zonas de ocupación americana y soviética.
El último lustro de la década de los 40 había sido muy convulso, la guerra fría recién nacida, estaba a punto de calentarse con la primera prueba en 1949 de la bomba atómica rusa. La estrategia comunista en Europa estaba más que clara y el enfrentamiento ideológico era un hecho. Ambas potencias amparaban un gobierno “legítimo” para la totalidad de la península sin embargo, ninguna de las partes estaba dispuesto a dejar el gobierno de la nación en manos de sus oponentes.
A diferenciad e los aliados que mandaron sus ejércitos al chatarrero en cuanto se firmó la paz, la URSS disponía en 1950 de un enorme excedente de vehículos blindados, relativamente anticuados pero aún inexpugnables a las armas de infantería estadounidense. Stalin supo apreciar la ocasión.
Los americanos habían dejado la defensa del sur en manos del recientemente creado Ejército de la República de Corea (en adelante ROK), un ejército que no disponía de ningún tanque en toda la península, con muy poca artillería y poco más apoyo que los fusiles Garand. Es normal por tanto, que aquel Domingo, docenas de carros T34-85, el modelo perfeccionado de los defensores de Moscú en 1941, penetrarán en las líneas del ROK como un cuchillo en la mantequilla. Los surcoreanos no tenían más defensa que unos pocos bazookas del modelo americano de la IIGM que pronto constataron su inutilidad contra las bestias de acero incluso en las distancias más cortas del combate urbano. El presidente Truman montó en colera al conocer la noticia e inmediatamente se convocó al consejo de seguridad de las Naciones Unidas. A causa del boicot de la URSS por no haber sido reconocida la China comunista, no hubo mayor problema en aprobar una condena de la invasión y el envío de una fuerza internacional para repeler la invasión.
La base natural para la fuerza de intervención eran las unidades de ocupación en Japón bajo el mando del general Douglas McArthur. Desgraciadamente, sus fuerzas estaban en cuadro, contando con menos de 5 divisiones de infantería, reducidas a 2 batallones por unidad y con sólo 6 proyectiles HEAT (los únicos capaces de detener a un T34-85) en todo el archipiélago japonés.
La fuerza aérea no estaba mucho mejor. Los reactores necesitaban operar desde pistas preparadas. El único en condiciones era el aeródromo de Seúl, Kimpo, que se encontraba bajo amenaza directa de las fuerzas de tierra enemigas. En consecuencia, la evacuación de nacionales americanos a través del puerto de Inchón el primer día y del puente aéreo de C47 y C54 dos días más tarde, hubo de realizarse bajo el paraguas de los F82 Twin Mustang.
McArthur envió una fuerza de avanzada para intentar detener el avance enemigo lo más lejos posible de Pusán. Su destino sería el mismo de los desafortunados ROK que huían en desorden a lo que pronto se conocería como “El Perímetro”.
Hasta la llegada de los primeros M26 semanas después y de los nuevos bazooka rediseñados, todos los vehículos norcoreanos que causaron baja fueron destruídos por la Fuerza Aérea.
En palabras del presidente Truman, había comenzado la “Acción policial en Corea”.