Tenemos por costumbre felicitaros las fiestas con una tarjeta de Navidad aerotrastornada. Esta vez haremos una excepción. Hemos escogido una de hace exactametne cien años, de la Primera Guerra Mundial. Entonces muchos jóvenes estaban lejos de su casa, preparándose para pasar la la Navidad sin los suyos, en medio de una guerra, y mirando el sol al amanecer, si es que podían sacar la cabeza de la trinchera, con esperanza de poder volver a casa para año nuevo. Casi cien años después, muchos vivimos una situación similar. Cierto, no estamos metidos en barro hasta la cintura, ni las ratas se comen los cadáveres de nuestros compañeros en tierra de nadie, y estamos calientes en una casa. Pero ese estar lejos de casa, trabajando o intentando conseguir trabajo, lejos de los tuyos, sigue siendo duro.
Hace cien años se produjo la Tregua de Navidad, un hecho casi increíble, que deja claro que la realidad supera muchas veces la ficción. En diversas zonas del frente se produjeron treguas no oficiales. Se pararon los cañones, se salió a la tierra de nadie para recoger a los muertos y darles digna sepultura, y hasta se jugaron partidos de fútbol. Estar lejos de casa, en una situación que pocos entendían y ninguno deseaba, debió hacer fácil hermanarse con el de enfrente, aunque le llamaran enemigo. Hoy, estando lejos de casa, no todos podemos volver a pasar las fiestas con los nuestros. Y sin embargo, parece que algo de ese mísmo espíritu que hizo posible la tregua flota en el aire. La gente se une para no estar solo, se traban nuevas amistades. En Bruselas, Dublín, Belfast, Hamburgo, Berlín… y a saber dónde más, se organizan cenas entre casi desconocidos, o entre nuevos amigos, obligados por la situación económica actual a salir de casa para buscarse un trabajo y estar lejos de padres, hermanos, sobrinos y a veces parejas. Se comparten recetas, embutidos y turrones hechos llegar por paquetería, villancicos, risas, algunas lágrimas y mucha melancolía.
Valga la redundancia, qué melancólico estoy en esta entrada de Navidad, ¿verdad? Ni texto con motivos aeronáuticos ni nada. Supongo que es porque este año me sumo a esos que pasan las fiestas lejos de casa, aunque volveré un tiempo para celebrar los Reyes Magos con los míos,y después vuelta al trabajo lejos de casa. Los que me conocen bien saben que no me gusta especialmente la Navidad. Siempre me ha parecido una época comercial, hipócrita, falsa. Y aún así, este año noto algo en la gente. Tal vez sea lástima, por estar lejos de casa. O empatía, porque se ponen en mi lugar y piensan cómo estarían ellos lejos de los suyos en estas fechas. O el famoso espíritu de la Navidad, que se empeñan en embutirnos a la fuerza a base de publicidad las grandes marcas comerciales. Así que seamos positivos, pensemos por un momento que se debe a eso que llaman espíritu navideño, y que podemos alargarlo en el tiempo, aunque sea un poco. Y con un poco de ese espíritu, con suerte, y con mucho trabajo, tal vez podamos poco a poco volver a la normalidad, volver a casa, o hacer una nueva casa allí donde hayamos caído, y ser un poquito mejores que el año que estamos cerrando.
Felíces fiestas a todos.
La postal que abre esta entrada la hemos encontrado gracias a la web de The Green Jackets Museum. Fue mandada a todos los miembros del 4 Corps por Lady Rawlinson, la mujer del comandante del cuerpo, Lt.-Gen Sir Henry Rawlison en laNavidad de 1914, poco después de la Primera batalla de Ypres. La segunda viene de esta web, que nos dice que es una postal de antes de 1910.