Mujeres en el Espacio

Este artículo es el guión que preparó Lydia Cabezudo, autora de Juan de la Cuerva para la charla que dimos sobre Pioneras de la aviación. ¡Esperemos que disfrutéis tanto de él como nosotros disfrutamos dándo la charla!

 

Mercury 13

 

 

 

MUJERES EN EL ESPACIO

por Lydia Cabezudo 

Todos nos hacemos una idea de cuál era la situación política en el mundo en los comienzos de la carrera espacial, y de cómo la Guerra Fría repercutió en la marcha de los acontecimientos. Estados Unidos y la URSS peleaban por el puesto de gloria en cada uno de los pasos del camino. La URSS tomó la delantera en unas cuantas ocasiones, consiguiendo poner en órbita el primer satélite artificial, el Sputnik, en 1957, y enviar al primer hombre al espacio, Yuri Gagarin, quien además también fue el primero en orbitar la Tierra, en la Vostok-1 en 1961. Dos meses después los americanos lanzaban a Alan Shepard al segundo puesto en una trayectoria balística. El segundo hombre que orbitó el planeta fue también un ruso, Gherman Titov, mientras que John Glenn se convertía en el cuarto en llegar al espacio y en el primer americano en orbitar la Tierra en el 62.

 

Pero ¿qué hacía falta para ser uno de estos afortunados que hacían historia? Los americanos lo tenían claro. El primer requisito para formar parte del programa Mercury, su primer programa espacial tripulado, era ser un piloto de pruebas con muchas horas de vuelo; y el segundo, superar la batería de pruebas físicas y psicológicas más dura y exhaustiva a la que jamás se había sometido a un ser humano. Con objeto de simplificar el proceso de selección, el presidente Eisenhower decretó que los pilotos procedieran del servicio militar. Y esto, claro, descartaba automáticamente a las mujeres, que por aquella época no podían formar parte del ejército. El proceso de selección dio lugar al grupo de astronautas conocido como Mercury 7.

 

Sin embargo, el doctor Randy Lovelace, que era el encargado de las pruebas médicas, junto con el general Donald Flickinger, razonó que, en general, las mujeres eran más adecuadas para viajar al espacio, considerando su constitución más ligera y más menuda y las menores demandas de sus organismos, así como su mayor tolerancia al aislamiento y al dolor. Con este razonamiento como base Lovelace sometió a Jerrie Cobb, una de las figuras más prominentes en la aviación del momento, y con un éxito rotundo, a las mismas pruebas que los hombres habían pasado. Tras Jerrie Cobb llegaron otras 12 candidatas, también pilotos, que de igual forma superaron dichas pruebas, en algunos casos incluso con mejores resultados que los hombres. Este grupo recibiría más tarde, en analogía con el grupo masculino, el nombre de Mercury 13.

 

Sin embargo, el programa de pruebas fue interrumpido bruscamente cuando hubo que recurrir a las instalaciones de la Marina, que les negó el permiso para utilizarlas al carecer de una solicitud oficial de la NASA, ya que se trataba de un proyecto organizado y financiado de forma privada. Esto sucedía en el año 1961, poco después de que Yuri Gagarin llegara al espacio.

 

En la URSS, sin embargo, los acontecimientos tomaron un rumbo diferente. Inmediatamente tras el éxito de Gagarin, Nikolai Kamanin, el director del programa de entrenamiento de cosmonautas, sugirió enviar también a una mujer al espacio, considerando que éste era otro punto en el que había que batir a los estadounidenses. Los requisitos necesarios para que una mujer fuera reclutada eran que tuviera menos de 30 años, midiera menos de 1,70, pesara menos de 70 kg, estuviera en buena condición física, fuera de «ideología pura» y tuviera un entrenamiento de salto en paracaídas de al menos cinco meses, dado que el proceso de aterrizaje no estaba lo bastante perfeccionado y los cosmonautas debían realizar la última parte del trayecto saltando en paracaídas. Valentina Tereshkova fue una de las cinco mujeres seleccionadas.

 

Kamanin consiguió hacer que se programaran dos vuelos simultáneos de dos mujeres en las Vostok 5 y 6 para el año 1963. Valentina Tereshkova y Valentina Ponomaryova fueron las candidatas finalmente seleccionadas para la misión. Sin embargo, sería sólo Tereshkova quien volaría al espacio. La propuesta de Kamanin fue cancelada en el último momento, y una de las mujeres sustituida por un hombre, cambio que ocasionó un retraso de dos meses sobre el plan previsto. El razonamiento de las altas esferas soviéticas fue el siguiente: para hacer propaganda sólo era necesaria una mujer, y quien mejor lo haría sería Tereshkova, quien, a pesar de ser la menos cualificada de las dos, era el perfecto modelo del patriotismo soviético y una «buena chica», al contrario que Ponomaryova, de ideas más progresistas y transgresoras. Tereshkova era, en palabras del propio Kamanin, «Yuri Gagarin con falda». Así que, en junio de 1963, Tereshkova se convirtió en la primera mujer en ir al espacio (estuvo tres días orbitando la Tierra).

 

El resto de los planes de que más mujeres viajaran al espacio no salió adelante, ya que cada una de ellas estaba quitándole la oportunidad de hacerlo a un hombre. Korolev, el Diseñador Jefe, quería que uno de los vuelos del programa Voskhod (que en el 64 colocó en órbita a la primera tripulación de dos personas superando, además, un récord de altitud) fuera tripulado sólo por mujeres. Sin embargo, este vuelo fue cancelado, al principio debido a la presión de Gagarin y el resto de cosmonautas masculinos, y después debido a lo demandante del desarrollo del programa Soyuz.

 

En Estados Unidos, mientras tanto, Jerrie Cobb, la primera de las Mercury 13, junto con Jane Hart, que también había pasado las pruebas, movían cielo y tierra para que el programa se reanudara. Viajaron a Washington, escribieron al presidente Kennedy, se entrevistaron con el vicepresidente Lyndon Johnson y finalmente consiguieron una audiencia pública en julio de 1962 en la que exponer su caso. Quedaban aún dos años para que la ley estadounidense hiciera ilegal la discriminación de género. Y, a pesar de que el Subcomité que dirigía la audiencia se mostró comprensivo, las cosas quedaron como estaban.

 

Sin embargo, cuando en el año 63 Tereshkova voló al espacio, las Mercury 13 volvieron a acaparar la atención pública, en esta ocasión con mayor repercusión, y por primera vez se dieron a conocer los nombres de las 13 candidatas al completo en un artículo de la revista Life. La lucha de Jerrie Cobb y sus compañeras continuó durante años sin resultados, y hubo que esperar hasta el año 78 para que la NASA eligiera a las primeras verdaderas astronautas, preparadas para  volar como parte de la tripulación del Space Shuttle.

 

En la URSS supieron de ello y de nuevo seleccionaron a un grupo de mujeres para intentar tomarle la delantera a EEUU por enésima vez. Fue así como Svetlana Savitskaya se convirtió en la segunda mujer en alcanzar el espacio en el año 1982, siete meses antes de que lo hiciera la estadounidense Sally Ride, que acabó así con el monopolio espacial de las mujeres soviéticas.

 

Desde entonces ha habido bastantes mujeres que han ido al espacio (51, para ser precisos). La primera mujer rusa que lo hizo sin ser un objeto propagandístico fue Kondakova, que entró en el servicio espacial en el año 89.  Otros países aparte de Rusia y Estados Unidos han enviado también a sus representantes femeninas (Japón, Canadá, Francia, Korea…). Afortunadamente los tiempos han cambiado, aunque aún queda camino por recorrer: baste con decir que más de 400 hombres han viajado al espacio hasta la fecha.

 

Bibliografia

 

 

 

 

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