Artículo original en Livejournal
Hoy es el día 11 del mes 11. Dentro de apenas unas horas, a las 11, se cumplirán 90 años de que todas las campanas de las iglesias de Europa (o por lo menos en Francia e Inglaterra) doblaran al unísono para celebrar el fin de la guerra más sangrienta y devastadora de todos los tiempos.
Me ha sorprendido que la radio lo recordase, quizás porque eran las 6 y media de la mañana, una hora demasiado temprana para temas frívolos, aún en el recogimiento de la noche, en ese silencio en que afloran las grandes ideas y pensamientos brillantes…
Hoy el país llora (lo cual nos honra como seres humanos) a nuestros dos soldados muertos en acto de servicio en Afganistán y se plantea si mantener o retirar de aquel país nuestras tropas.
En aquella mañana de 1918, la paz se había firmado a las 6:00 AM, pero (como bien ha informado la radio) el armisticio no entró en vigor hasta las 11:00 AM. Quizás por capricho (a alguien le gustó juntar tantos 11s), lo más probable por necesidad de la época (Había que informar a los puestos avanzados incomunicados, sobre todo los alemanes). El caso es que en esas 5 horas murieron 3000 hombres más (sólo por el lado aliado).
Algunos, como unos pocos americanos en L’Argonne tenían excusa. Otras fueron carnicerías innecesarias por motivos demasiado variopintos para tipificarlos.
En aquel día surgió la leyenda (probablemente falsa) de que el último orden en dar la orden de disparar en ambas guerras mundiales fue Harry Truman. Es cierto que el futuro presidente era oficial de artillería en Francia pero dudo mucho que varios días después no hubiera alguien disparando por Bulgaria o Serbia…
La Gran Guerra es el principio de todo lo que tenemos hoy en día: El sistema económico con el dolar como garante de la estabilidad, los EEUU como nación dominante, el nacimiento del pacifismo y el existencialismo, la independencia de las colonias de África y Asia, el estado de Israel, el poderío industrial de Japón, las organizaciones internacionales como las Naciones Unidas y la Cruz Roja, el renacer de la Jihad (infructuosamente amparada por Alemania y el Imperio Otomano), la incorporación de las mujeres a la industria de guerra y los ejércitos, la extinta Unión soviética y, por supuesto de la segunda guerra mundial.
La primera guerra mundial no sólo influyó a intelectuales y políticos. Todas las esferas de la sociedad se vieron trastornadas de algún modo.
Francia perdió a la flor de la nación y, los que sobrevivieron quedaron traumatizados de tal modo que su resistencia se desmoronó en 1940. Alemania pasó de ser la segunda potencia de Europa a morir literalmente de hambre a causa del bloqueo y de la deuda de guerra (no hubo «plan Marshall» en 1918) y su población se envenenó de desesperación. El Imperio británico se endeudó de tal modo con EEUU que su supervivencia pasaba, al igual que la de Francia, por exprimir a Austria y Alemania de lo poco que les quedaba.
Practicamente todos los políticos que dominaron el mundo hasta los años 60 pasaron por la Gran Guerra. Sus experiencias dominaron nuestra historia y, sus consecuencias, aún determinan nuestro futuro en una interminable caída de fichas de dominó.
Dedicado a los millones de muertos de todas las naciones que no llegaron a celebrar el día del Armisticio