Video: ¿Qué se siente al sobrevolar la Tierra en la ISS?

Muchas son las sensaciones que se tienen cuando se vuela, y ver la tierra desde arriba. Todos lo hemos experimentado al subirnos por primera vez en un avión, y más si es la primera que se hace en cabina.

 

Y cada altitud de vuelo tiene su gracia: el encanto de volar en ultraligero y hacerlo suficientemente alto como para ver muchas cosas, pero lo suficientemente bajo como para que los detalles no se difuminen. Ir en un avión de pasajeros, que vuela a muchos miles de pies sobre la tierra tiene el efecto contrario. No ves los detalles pequeños, pero ves otros detalles que serían imposibles de descubrir si no de montañas, ríos, costas…

 

¿Cómo sería subir aún un poco más? ¿Qué es lo que ve un astronauta desde la Estación Espacial Internacional? No vamos a poder sentir lo mismo que ellos, pero tal vez podamos acercarnos con este time-lapse de imágenes tomadas desde la ISS

 

Continuar leyendo «Video: ¿Qué se siente al sobrevolar la Tierra en la ISS?»

Se acercaba el verano en Scapa Flow

Tal día como hoy, 21 de Junio de 1919, la totalidad de la Flota de Guerra imperial alemana (a excepción de 2 barcos) se hundió voluntariamente en el puerto británico de Scapa Flow.

Una flota moderna, cara y numerosa (la 2ª en número tras la Royal Navy) que había sido mantenida lejos de peligro durante toda la guerra excepto durante la gran batalla de Jutlandia.

Al final Alemania había acabado la guerra con su equipo de combate más o menos intacto. Había triunfado en el Este y, 1918, el año de su derrota, había sido el más sangriento en cuanto a bajas de los aliados.

Fue la moral interna la que se quebró. La población civil alcanzó su límite y la rebelión de la marina en Kiel, la cual daría lugar al armisticio del 11 de Noviembre de 1918, no fue más que un símbolo de lo que sucedía por todo el país.

Los aliados, en el Tratado de Versalles, pretendieron compensar los enormes gastos de la guerra requisando todo el equipo militar alemán, aquello por lo que el pueblo alemán tantas penurias y sufrimientos había pasado ahora había que entregarlo a la enemigo.

Los aviones enemigos entregados eran exhibidos con cierto respeto en Londres pero en París, fueron acumulados como chatarra en montañas en las plazas para escarnio de los vencidos.

La gran flota de altamar era mucho más valiosa que los aviones humillados en Francia. Eran el arma que se suponía debía haber hecho imposible el bloqueo y que fue incapaz de forzar su salida al Atlántico Norte. Más aún, había sido la marina quien se había sublevado terminando la guerra. Su honor exigía una reparación, una especie de disculpa simbólica, por eso la mandaron a pique.

El proyecto Excelsior: Saltando en paracaidas a 31 kilómetros.

El nombre de Joseph Kittinger no es demasiado conocido en la historia de la exploración de la atmósfera y del espacio. Sin embargo, este capitán de la Fuerza Aérea norteamericana puso su vida en juego allá por finales de los años cincuenta para hacer lo que no había hecho nadie antes: saltar en paracaídas desde un globo a más de 30 kilómetros de altura.

Kittinger con el traje de salto y el paracaidas  junto a la góndola del Excelsior III.
La nota bajo la entrada dice «Éste es el escalón más alto del mundo»:
a día de hoy aún lo sigue siendo.

El objetivo del proyecto Excelsior, como así se llamaba el programa de saltos que dirigía Kittinger, estaba destinado a investigar la posbilidad de saltar en paracaídas desde grandes alturas y sobrevivir . Los aviones de la época estaban alcanzando velocidades y alturas récord y se intentaba averiguar si los pilotos podrían eyectarse en condiciones extremas. Las primeras pruebas, realizadas con maniquíes (la operación High Dive) habían mostrado que los cuerpos tendían a rotar sobre sí mismos hasta velocidades que alcanzaban las 200 revoluciones por minuto, lo que podía resultar fatal.

Así, se diseñó un nuevo modelo de paracaídas que incorporaba un pequeño paracaídas estabilizador extra que evitaba el giro del piloto. El sistema de salto completo incluía medidores de altitud que permitían desplegar los paracaídas en el momento adecuado del descenso. Además, se iban a alcanzar cotas con una atmósfera muy tenue y con temperaturas muy bajas, y la góndola que iba a transportar a Kittinger era abierta, por lo que se tuvo que crear un traje especial presurizado y aislante que evitara la congelación del propio Kittinger y de los paracaídas. Este traje fue un burdo precursor de lo que serían los auténticos trajes espaciales.

Kittinger saltando a 30 kilómetros; la capa de nubes queda unos 20 kilómetros más abajo.
La caja naranja que lleva debajo y
sobre la que ha pasado sentado todo el ascenso alberga parte de la instrumetación

Kittinger realizó tres saltos. Durante el primero de ellos, que tuvo lugar desde unos 23 kilómetros de altura en noviembre de 1959 , el paracaidas estabilizador se desplegó demasado pronto y los cables estrangularon a Kittinger a la vez que le hacían girar a unas 120 revoluciones por minuto. Kittinger perdió la consciencia, pero la apertura automática del paracaidas principal le salvó la vida. Esta experiencia casi fatal no impidío que Kittinger intentara otro salto en dicimbre dle mismo año desde la misma altura, esta vez con completo éxito.

El tercer y último salto se realizó en agosto de 1960. Durante el ascenso, el sellado del guante derecho del traje falló, lo que provocó a Kittinger un fuerte dolor en la mano que terminó por dejársela inútil. Con todo, Kittinger decidio no informar del fallo y continuar con la misión. El ascenso duró una hora y rompió el récord de altitud vigente llegando hasta los 31 kilómetros de altura. El salto de Kittinger desde esa cota es el más alto ralizado hasta la fecha, y durante él el por aquel entonces capitán experimentó velocidadas de casi 1.000 km/h y temperaturas de 70 grados bajo cero, y demostró que era posible sobrevivir a un salto desde esa altitud.

La góndola del Excelsior III se guarda actualmente
en el museo de la Fuerza Aéres estadounidense

Kittinger, un oficial altamente condecorado, recibió por sus altos las hojas de roble para su Cruz de Vuelo Distingido y el trofeo Harmon de manos del presidente Eisenhower, y se retiró con el rango de coronel en 1978

Como postre, las imágenes originales del salto, que son espectaculares. Aunque no tengo muy claro que la música de The Who le pegue mucho… de todas formas, hay más versiones del video por YouTube. Entre ellas, el vídeo musical original de «Dayvan Cowboy» de Boards of Canada.